Saúl era alto, guapo, y rico- un rey perfecto ¿verdad?

Samuel conoce a Saúl

En el estudio previo, Israel le pidió un rey a Samuel. Intentó disuadirlos, advirtiéndoles cómo sería su vida con un rey humano, pero no le escuchó. En este estudio, vamos a conocer al primer rey de Israel, Saúl, un tipo alto, guapo, y rico- un rey perfecto, ¿verdad? Comenzamos la introducción a Saúl con la descripción que el texto nos da.

¿Quién era Saúl?

I Samuel 9:1-2: Había un hombre importante llamado Quis, de la tribu de Benjamín…Quis tenía un hijo llamado Saúl, quien era bien parecido y apuesto como ningún otro joven israelita. También era el más alto.

Alto, guapo y rico

El texto dice que Quis, el padre de Saúl, era un hombre importante, y como era importante, probablemente era rico. Saúl era guapo y muy alto, un tipo que hizo que todas las muchachas se enamoraran de él. Aunque no sabemos exactamente cuántos años tenía, los escolares bíblicos estiman que tuviera entre 20 y 30 años cuando comenzó a reinar. Era de la tribu de Benjamin, la tribu que casi fue exterminada por poco. Podemos imaginar que el rico, alto, y guapo hijo de un hombre importante sería un líder natural. Es probable que el mismo Samuel pensó que un joven tan guapo y alto, de una familia prominente, sería el escogido de Dios para reinar. Pero cómo averiguamos más adelante, las apariencias engañan; Saúl era rico, alto y guapo, pero no era cercano a Dios. Era como la mayoría de los israelitas en esa época, deseando la bendición de Dios sin obedecerlo. Continuamos con la historia, leyendo la manera en que Dios hizo que Samuel conociera a Saúl.

Mijo, ve tras mis asnos

I Samuel 9:3: Un día, los asnos de Quis se extraviaron, así que Quis le dijo a Saúl: «Toma a uno de los siervos y ve a buscar los asnos». 

¿Dónde están estos asnos?

Como la mayoría de los israelitas, Saúl probablemente era un agricultor, trabajando en los campos de su padre y cuidando de los animales. Probablemente ya tenía su propia familia, pero todavía vivía bajo la autoridad de su padre, buscando a los asnos de su padre. El texto dice que llevó a un siervo y los buscaron y buscaron cerca y lejos, pero no los encontraron. Cuando Saúl estaba frustrado con buscarlos, esta es la conversación que Saúl y el siervo tuvieron.

Vamos a ver al vidente

I Samuel 9:5-8: Finalmente, cuando llegaron al pueblo de Zuf, Saúl le dijo al siervo:

—Regresemos, pues mi papá empezará a preocuparse por nosotros en vez de por los asnos.

Pero el siervo contestó:

—En el pueblo hay un hombre de Dios a quien la gente respeta. Todo lo que él dice se cumple. Vayamos al pueblo, tal vez ese hombre nos diga a dónde ir.

Saúl le dijo a su siervo:

—Podemos ir, ¿pero qué le daríamos a ese hombre? No tenemos ningún regalo para darle, ni comida en nuestras bolsas. ¿Qué le daríamos?

El siervo le respondió:

—Mira, aquí tengo algo de dinero. Si se lo damos al hombre, nos dirá a dónde ir.

No tengo dinero ni nada que dar

Saúl no quiso preocupar a su padre, y por lo tanto sugirió que regresaran, aun sin los asnos.  Es interesante que es el siervo, y no Saúl, quien sugirió ver a este hombre de Dios y que es el siervo quien tuvo algo de dinero, lo suficiente como para ofrecérselo a su amo Saúl.  No parece que ni de los dos sabían el nombre de Samuel ni lo importante que era. Saúl estaba de acuerdo y se fueron a buscarlo con la esperanza de que Samuel sabría algo tan insignificante como el paradero de unos asnos. Podría preguntarle a este hombre de Dios algo que le cambiaría la vida, pero Saúl no estaba pensando en cambiarse la vida, ni en Dios, tan solo en como volver a la casa de su padre con los asnos lo más rápido posible.

Saúl y el siervo se encontraron con unas jóvenes que iban a sacar agua. Les preguntaron por «el vidente», que así lo llamaron en ese entonces. Las jóvenes les indicaron que si, efectivamente, Samuel llegó hoy mismo para celebrar un sacrificio en el lugar de adoración. Saúl y el siervo subieron la colina cuando vieron a Samuel. Continuamos con la historia, leyendo lo que Dios le había dicho a Samuel el día anterior sobre su encuentro con Saúl.

Mañana conocerás al futuro rey

I Samuel 9:16: «Mañana a esta hora, te enviaré un hombre de la tribu de Benjamín. Deberás ungirlo y nombrarlo el nuevo líder sobre mi pueblo. Él salvará a Israel de los filisteos. He visto a mi pueblo y he escuchado su llanto».

Ungirlo y nombrarlo el nuevo líder

Cuando Samuel vio a Saúl, Dios le confirmó que ese fue el hombre que iba a ser el rey de Israel, y por cierto, iba a liberar a Israel de los opresivos filisteos. Como Saúl era el escogido de Dios, creo que Samuel tuvo expectativas altas para él, que sería obediente a Dios, un hombre con el corazón de Dios. Sin saber quién era Samuel, Saúl se le acercó. Continuamos con la historia, leyendo la conversación que tuvieron.

Yo soy el vidente

I Samuel 9:18-21: Saúl se acercó, para pedir información, a un hombre que estaba cerca de la puerta. Ese hombre era Samuel. Saúl le dijo:

—Disculpe, ¿podría decirme dónde está la casa del vidente?

Samuel respondió:

—Yo soy el vidente. Sigan hacia el lugar de adoración y enseguida los alcanzo. Tú y tu siervo comerán conmigo y en la mañana los dejaré regresar a su casa. Contestaré todas sus preguntas. Y no se preocupen por los asnos que se extraviaron hace tres días. Los han encontrado, pero todo Israel está buscando algo ¡y es a ti y a tu familia!

Saúl respondió:

—Pero yo soy de la tribu de Benjamín, la tribu más pequeña de Israel y mi familia es la más pequeña de la tribu de Benjamín. ¿Por qué dices que Israel me busca?

Pero, no soy nadie

Saúl buscó a Samuel para averiguar el paradero de los asnos, pero antes de preguntarle, Samuel le contestó. Sin duda, con decirle esto Saúl creyó que ese vidente lo sabía todo. Pero le dijo algo que no entendió: que Israel necesitaba de él y de su familia. Recordamos que la tribu de Benjamin casi dejó de existir durante el tiempo de los jueces; Saúl no se olvidó de este hecho. Dijo que entre la tribu más pequeña, su familia era la más pequeña. Tenía falsa humildad: su padre Quis era un hombre importante, hasta tuvo siervos. Todos trataban a Saúl como especial por ser hijo de un hombre importante, y por ser tan apuesto y alto. Samuel sabía que era falsa humildad, pero no lo enfrentó por eso, sino que llevó a Saúl y su siervo al comedor, donde ya estaban otros 30 invitados. Samuel les dio a Saúl y a su siervo el lugar de honor en la mesa; en ese entonces, el lugar de honor siempre era al lado del anfitrión.

¿Qué pensaron los demás invitados? Quizás eran hombres importantes, quizás líderes de esta ciudad, que no sabían nada de ese hombre con su siervo. Quizás lo envidiaron. Quizás las mujeres que servían la comida lo vieron de reojo a este hombre guapo y alto. Continuamos con la historia, leyendo lo que Samuel le dijo a Saúl en el banquete, lo cual debe indicarle a Saúl que Samuel ya sabía que iba a encontrarse con él y que Dios tenía algo en mente para él.

El invitado de honor

I Samuel 9:24: El cocinero sacó un pernil y el gordo de la cola y los puso en la mesa, frente a Saúl. Samuel dijo:

—Come la carne que se te ha servido. Fue separada para ti para este momento en el que convoqué al pueblo.

Así fue como Saúl comió con Samuel ese día. 

Lugar y comida especial

Samuel le dio la mejor parte de la carne, el pernil y el gordo de la cola, las partes reservadas para el invitado de honor. Después de comer, Saúl y su siervo bajaron del lugar de adoración y regresaron al pueblo. Ya estaba anocheciendo y el texto dice que Samuel mismo le preparó una cama en la azotea; aunque era el jefe y juez de Israel, el vidente como le decían, no se creía tan importante que no le haría una cama para su invitado. Hasta Samuel tuvo una razón para envidiar a Saul: con la llegada de un rey, el papel de juez ya no sería necesario, pero Samuel no lo resintió. Contento con la noticia que encontraron a los asnos y satisfecho por la comida inesperada, Saúl se durmió tranquilamente, soñando con regresar a la casa de su padre. Pero Dios tenía otros planes para él. Al amanecer, Samuel llamó a Saúl que se levantara para partir. Saúl obedeció: se levantó, despertó a su siervo, y se fueron de la casa con Samuel. Terminamos esta historia leyendo lo que Samuel le dijo a Saúl, algo que le cambiará la vida para siempre.

Tengo que darte un mensaje de parte de Dios

I Samuel 9:27: Mientras Saúl caminaba con su siervo y con Samuel cerca de los límites del pueblo, Samuel le dijo:

—Dile a tu siervo que se adelante porque tengo que darte un mensaje de parte de Dios.

En el próximo estudio, leeremos el mensaje de Dios para Saúl que Samuel le dará.  

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