Saúl trata de matar a David otra vez

Una mentira, un atentado de asesinato, un ídolo, y una profecía

En el previo estudio, David y Mical se casaron; ella lo amaba, aunque él no la quería. Pero antes de entregarla a David, Saúl le pidió una dote asquerosa, 100 prepucios filisteos, la cual pensó sería una sentencia de muerte para David. Sin embargo, David regresó con 200 prepucios y se casó con Mical. No vivían felices para siempre; su matrimonio duró muy poco. En este estudio, Jonatán intentará arreglar la relación de su padre con David, Saúl intentará asesinar a su yerno de nuevo, Mical ayudará a su marido a escapar, y Dios protegerá a David de una manera sobrenatural.

¡Asesina a tu amiguito!

Cuando la historia abre, Saúl mandó a Jonatán y sus soldados a matar al recién casado David. Claro, Jonatán no obedecería este mandato; amaba a David por encima de cualquier lealtad a su padre. Así que, Jonatán le avisó a David que tuviera cuidado, que su padre estaba buscando una oportunidad para matarlo. Le sugirió que fuera al campo para esconderse y que él saldría con Saúl al campo. Caminando, relajado, respirando el aire fresco, Jonatán prometió hablarle a su padre de David y luego hacerle saber que pasó.

Tal y como prometió, Jonatán salió con su papá, hablando de esto y aquello, pidiendo su consejo sobre cosas. De buen humor, relajado, y aparentemente sin la presencia del espíritu maligno, Jonatán mencionó a David. Comenzamos la historia, leyendo cómo Jonatán le ganó el favor de su padre para su mejor amigo.

No le hagas nada

I Samuel 19: 4-6: Jonatán habló con Saúl, su papá, y le dijo en favor de David:

—Tú eres el rey y David es tu siervo, él no te ha hecho nada malo. No le hagas nada. Siempre ha sido bueno contigo.  Hasta arriesgó su vida cuando mató a Goliat. Tú viste cuando el SEÑOR le dio esa gran victoria a todo Israel, y estuviste muy contento. ¿Por qué ahora quieres matar a David? Él es inocente, no hay razón para matarlo. Saúl escuchó a Jonatán e hizo una promesa:

—Tan cierto como que el SEÑOR vive, David no morirá.

No morirá, por lo menos por ahora

Jonatán cumplió su palabra de la mejor manera posible: honró a su padre, reconociéndole como el rey, y subrayando que David era su siervo, y no le ha hecho nada malo. Le recordó a su padre los hechos: era su arpista, el único que calmaba el espíritu malo, y mató al gigante, salvando a Israel. Por lo mismo, por ser tan talentoso y valiente, Saúl quería matarlo. Pero escuchó a su hijo y le prometió que David no moriría. Imaginamos al rey, con los dedos cruzados por detrás de la espalda, pensando a sí mismo que no morirá por lo menos por ahora.

Contento con su respuesta, Jonatán llamó a David, quien todavía estaba escondiéndose en el campo. El texto no indica si David ya escuchó la conversación, así que Jonatán le contó todo lo que había hablado con su padre, y cómo prometió que no moriría. Creo que ambos tomaron la promesa de Saúl como un juramento de no matarlo, pero no fue así. Quizás después de convencerlo que no corría ningún peligro, lo llevó ante el rey.  David volvió a servirlo, pero no era como antes, ya no había la confianza de antes; después de intentar asesinarlo otra vez, nunca había la misma relación entre Saúl y David. A veces alguien dice o hace algo que es tan traumatizante, que lo perdonamos, pero sin un proceso de arrepentirse y crecer espiritual y emocionalmente, no hay manera de reconciliarse con tal persona.

¡Saúl mató a miles, pero David mató a diez miles!

David regresó a pelear las guerras para Saúl, saliendo contra los filisteos. El texto dice que los derrotó tan violentamente que salieron huyendo. Volvió a Guibeá, entrando en la casa de Saúl, escuchando afuera la canción de las mujeres, acompañadas con panderetas y liras: «¡Saúl mató a miles, pero David mató a diez miles!» Otra vez, David meneó la cabeza, echando una mirada hacia ellas, riéndose. Se sentó a la mesa del rey, con Mical a su lado, y tocó el arpa, cantando una nueva canción que tenía en su mente mientras volvía de la guerra. La canción era hermosísima, pero mientras tocaba el arpa, vino un espíritu maligno mandado por Dios sobre el rey. El rey trató de clavar a David en la pared con una lanza, pero, por la gracia de Dios, David la esquivó, ahora casi un experto en esquivar las lanzas.

Por un momento, todos los presentes miraron fijamente a la lanza ensartada en la pared. Un momento después, David llevó a Mical y su arpa, y huyeron de la casa del rey. Estaba confundido y triste. ¿No le prometió a su hijo que por el Señor, no moriría? ¿Ya se olvidó tan pronto? David corrió a la casa que compartía con su esposa. Mical lo abrazó, intentando reconfortarlo. Afuera, había hombres de confianza de Saúl, vigilándolo. El texto no dice cómo Mical se enteró, pero se averiguó que planearon dejarlo vivir una noche más y matarlo por la mañana. Continuamos con la historia, leyendo lo que Mical hizo por el hombre que amaba.

¡Vete ya mi amor!

I Samuel 19:11-13: Saúl envió hombres a la casa de David para que vigilaran su casa toda la noche. Planeaban matarlo en la mañana, pero Mical, la esposa de David, lo puso sobre aviso diciéndole: «Si no escapas esta noche y te pones a salvo, mañana serás hombre muerto». En seguida Mical lo ayudó a escapar por una ventana, y así salió huyendo. Luego tomó un ídolo familiar y lo vistió, lo puso en la cama y le puso un tejido de pelo de cabra en la cabeza.

Escápate o te vas a morir

Como su hermano Jonatán, la lealtad de Mical estuvo con David. A lo mejor ella se sentía indignada, ¿Cómo su padre se atrevió a mandar a sus matones para vigilarlos? Mical lo amaba; ensueño con seducirlo, embarazarse pronto, y hacerle a su marido enamorarse de ella, cayéndose rendido a sus pies, cumpliendo todos sus caprichos como hacía por su papá, pero ahora sería ella quien mandaría.

Mical le convenció de escaparse esa misma noche; aunque no quiso que se fuera, tampoco quería ser viuda. Por fin David se acordó, y entre besos y promesas de verse pronto, después de aferrarse al pecho de su amado, Mical lo ayudó a salir por una ventana sin ser visto, escapando al silencio de la noche. Pero David jamás regresaría. Hasta la muerte de Saúl, será un fugitivo.

No te preocupes, tengo un ídolo que parece a ti

Después de ayudarlo escapar por la ventana, el texto dice que hizo algo curioso: tomó un ídolo familiar, lo vistió, y lo metió en su cama. ¿Cómo que tenía un ídolo familiar? Y ¿cómo que David se casó con una idólatra? ¿Todos en la familia de Saúl adoraban ídolos? El texto no lo menciona, además, Saúl prohibió la brujería. Como veremos más adelante, a ella le importan las apariencias y no la adoración del único y verdadero Dios. Tenemos que preguntarnos de dónde sacó un ídolo, cómo lo escondió por tanto tiempo y por qué no creía en Dios.

A la mañana cuando los hombres vinieron a la casa preguntando por David, Mical les señaló la cama, diciéndoles que se callaran, que su esposo estaba enfermo, que regresaran otro día. Los matones la creyeron y se fueron. Continuamos con la historia, leyendo la reacción de Saúl al engaño de su hija.

No me importa si tienen que arrastrar su cadáver por las calles

I Samuel 19:15-17: Los hombres se lo comunicaron a Saúl, pero él los envió de nuevo, diciéndoles: «Tráiganme a David a como dé lugar, aunque lo tengan que traer con todo y cama y se muera». Los hombres regresaron a casa de David. Pero cuando entraron para buscarlo, vieron que en la cama sólo estaba una estatua con pelo de cabra. Entonces Saúl le dijo a Mical:

—¿Por qué me engañaste? Dejaste escapar a mi enemigo.

Ella le respondió:

—David me amenazó de muerte si no lo dejaba escapar.

¿Por qué permitiste que me casara con un depravado?

El plan original fue que los matones de Saúl lo asesinaron, pero ahora Saúl quería que lo trajeran ante él, vivo o muerto. Cuando los hombres entraron por la fuerza, le quitaron la frazada a lo que pensaron ser David, y vieron el ídolo, sonriéndoles con sus labios de piedra; parecía reírse de ellos. Trajeron a Mical ante su padre, quien exigió no dónde estuvo David, sino por qué le engañó. Parece que Saúl no entendió que su hija estuviera casada, que era leal a David. Pero vemos que la lealtad y supuesto amor de Mical duró tan poco tiempo como su matrimonio. Saúl le agarró por el brazo, furioso que no lo dejó matar; Mical le mintió, que la amenazó de muerte si no lo dejara escapar. ¿Alguien realmente la creyó? Todos sabían que Mical lo amaba. Por lo tanto, haría cualquier cosa por él, incluso ayudarle a escapar de su padre. Todos conocían a David y sabían que jamás amenazaría a una mujer, menos su propia esposa. Seguramente si Jonatán escuchó su mentira, la confrontó, preguntándole dónde estaba David para poder encontrarlo antes que su padre. Pero David no le dijo a dónde iba.

David en Ramá

El texto dice que David fue a Ramá, buscando refugio con Samuel. Le contó todo lo que Saúl le había hecho; a Samuel le rompió el corazón la confirmación de lo malvado que era Saúl, incluso que un espíritu maligno lo atormentaba. David y Samuel se quedaron en los campamentos de Ramá, donde Samuel entrenaba a profetas, leyendo las escrituras y platicando sobre las maravillas de Dios. Samuel por fin tuvo la oportunidad de conocer mejor al futuro rey de Israel. De alguna forma, Saúl se enteró que David estuviera con Samuel en Ramá, y envió a sus hombres para arrestarlo. ¿Cómo se sentían los soldados no perseguir a sus enemigos, sino el mejor soldado de Israel? Continuamos con el final de la historia, leyendo la protección sobrenatural de Dios cuando vinieron a arrestarlo.

La mejor defensa proviene de Dios

I Samuel 19:20-24:...Pero cuando los hombres llegaron a donde estaba David, se encontraron con un grupo de profetas dirigidos por Samuel que estaban profetizando. El Espíritu de Dios vino sobre los hombres de Saúl, y también empezaron a profetizar.

Al oír sobre esto, Saúl envió a otro grupo, pero ellos también empezaron a profetizar. Envió entonces a un tercer grupo, que también empezó a profetizar. Por último, Saúl mismo fue a Ramá…Entonces Saúl salió a buscarlos allá. El Espíritu de Dios también vino sobre Saúl y empezó a profetizar por todo el camino hacia los campamentos. Incluso se quitó la ropa y cayó desnudo al suelo. A la vista de Samuel, Saúl siguió profetizando el resto del día y toda la noche hasta la madrugada.

Incluso se quitó la ropa y cayó desnudo al suelo

Samuel y David no se armaron, tampoco planearon una estrategia para defender al futuro rey. Fueron al campamento con los profetas que Samuel estaba entrenado en la palabra de Dios. Allí hablaron con los profetas, estudiaron la palabra, comieron, y dieron alabanzas a Dios. Cuando los soldados llegaron a Ramá, El Espíritu de Dios, el mismo espíritu que David tenía, vino sobre los soldados y profetizaron. La palabra profetizar no quiere decir que hablaron del futuro, sino hablaron verdades sobre cómo es Dios, y le dieron alabanzas. Por tres días seguidos, Saúl envió otros grupos de soldados para arrestar a David, y quizás a Samuel también por protegerlo. Cada grupo de soldados regresaron a Saúl contándole lo genial que era profetizar, la profunda tranquilidad que sentían, y, por cierto, ¿por qué iban a arrestar a David? Sí, lo vieron con Samuel; tocaba el arpa tan bonito, y lo pasaron tan bien profetizando con él, ¿Qué quería con David? El Espíritu de Dios los cambió, por lo menos temporalmente.

Furioso, Saúl mismo fue a encontrarse con David. ¿Quién se creyó que era, desafiando al escogido de Dios, y ese Samuel, tan rebelde como siempre? Pero algo lindo le aconteció; El Espíritu de Dios vino sobre Saúl. Por un día, experimentó la paz y amor de Dios de nuevo, profetizando, alabando a Dios. A lo mejor los que le vieron pensaron que era un loco, desnudo y revolcándose en el suelo. Samuel no se río; lo observó todo el día y noche profetizando, su corazón roto por cómo Saúl escogió el poder sobre El Espíritu de Dios. Como pudo ver, no hay nada más poderoso que El Espíritu de Dios. Después de profetizar, Saúl se levantó, y totalmente sucio y sudando, saludó a Samuel y David como si nada, dio la vuelta, y regresó a su casa con las manos vacías.

En el próximo devocional, Jonatán ayudará a David saber si Saúl piensa matarlo o no.

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