Saúl y la espiritista de Endor

Una adivina, el espíritu de Samuel, y un mensaje fatal

En el previo estudio, un desesperado David, junto sus 600 hombres valientes y sus familiares, fueron a vivir en Siclag, territorio filisteo, donde permanecieron por un año y cuatro meses. En esta tierra pagana, David sabía que Saúl jamás entraría para buscarlo. Bondadosamente, el Rey Aquis le ofreció vivir en Siclag, y le dio mucha libertad de ir y venir como quisiera. Durante su estancia, David destruyó por completo a varios pueblos, mintiéndole al Rey Aquis cuando le trajo los botines, diciendo que asesinó y saqueó a los israelitas. El Rey Aquis creyó que tenía un siervo leal en David y les pidió a él y a sus hombres a luchar contra Israel, pero los generales filisteos desconfían en él , y por la gracia de Dios, Aquis les mandó de regreso a Siclag. David jamás habría peleado contra Israel, sino le hubiera mostrado a Aquis lo traidor que era.

En este estudio, el desesperado Saúl va a contratar los servicios de una espiritista para invocar al difunto Samuel para que le diga qué hacer. Es una historia fascinante que no vas a querer perder.

El rey asustado, abandonado por Dios

Cuando la historia se abre, los filisteos, sin David y sus valientes, se preparan para la guerra contra Israel. Creyendo que David había atacado a varias ciudades de Israel, el Rey Aquis pensó que sería más fácil acabar con ellos. El texto dice que cuando Saúl vio al ejército filisteo, se atemorizó. Este es el mismo Saúl quien derrotó a muchos pueblos anteriormente; ¿por qué se atemorizó? Porque Dios lo había abandonado. Oró al Señor, pero hace tiempo que Dios lo dejó y un espíritu maligno lo atormentaba. El texto dice que Dios no le contestó, ni le respondió en sueños, ni por el urim, ni por medio de los profetas, quienes usaron el efod. Como lector, por haber seguido la espiral descendente de Saúl, no nos sorprende tanto lo que acontece después: Saúl les pide a sus oficiales encontrar una espiritista que pueda convocar a Samuel.

El texto clarifica, por si acaso no lo recordamos, que Samuel está muerto hace tiempo y está enterrado en Ramá. También nota que Saúl había expulsado de Israel a todos los espiritistas y a los hechiceros; como con los amalecitas, no los destruyó a todos y de esa forma acabar con su maldad. Nos da una pista al estado espiritual de Israel en aquella época, que había tantos espiritistas y hechiceros que el rey tuvo que expulsarlos, como Dios manda. Cuando Saúl le exige a Doeg que mate a todos los sacerdotes, es su momento más bajo, pero desobedecer sus propias leyes es un momento muy bajo, mostrando la desesperación de la desobediencia.

Saúl ya sabe que Dios lo abandonó, pero parece ignorar este hecho. El texto dice que no le ha contestado sus oraciones, ni le ha hablado en sueños, ni le ha contestado por los sacerdotes utilizando el efod. Como ya no hay ninguna forma de averiguar qué deba hacer, Saúl piensa crear una forma, que una espiritista invoque a un difunto que pueda predecir el futuro; lo que no les dice es que quiere que invoque al recto Samuel, quien no ha visto ni hablado con Saúl por años por su desobediencia. Los oficiales de Saúl le contestan que hay una espiritista en Endor. El texto no nos dice si procuran convencerle que es una pésima idea, que no lo haga, tampoco nos indica cómo saben tan rápidamente que hay una espiritista y su ubicación exacta. Tenemos que preguntarnos, si todo este tiempo sabían que había por lo menos una adivina activa, ¿Por qué no le dijeron nada al rey? Quizás unos de los oficiales la hubieran consultado anteriormente con resultados favorables.

Saúl, junto con unos hombres de confianza, se disfrazan con ropa común para que nadie les reconozca y se van para consultar a la espiritista. Al encontrarla, le pide que invoque a un espíritu que le pueda predecir el futuro, sin especificar a quién quiere ver. Comenzamos con la historia leyendo la reacción de la espiritista a esa petición y la promesa hipócrita del rey.

¿Es qué no sabe usted lo que hizo Saúl?

I Samuel 28:9-11: Pero la adivina le dijo a Saúl:

—¿Es qué no sabe usted lo que hizo Saúl? Expulsó del país a todos los espiritistas y a los hechiceros. Usted está tratando de ponerme una trampa y exponerme a la muerte.

Saúl le hizo esta promesa a ella en el nombre del SEÑOR:

—Tan cierto como que el SEÑOR vive, que no serás castigada por hacer lo que te digo.

La mujer preguntó:

—¿A quién quieres que invoque?

Saúl respondió:

—A Samuel.

Tan cierto como que el SEÑOR vive, que no serás castigada

La adivina no quiere problemas; quizás se mantenga preparando pociones para curar un corazón roto o leyendo el futuro de alguien con las entrañas de un pájaro, pero eso de invocar un espíritu puede ser una sentencia de muerte para ella; está agradecida ser exiliada, no matada. Cree que es una trampa; si hace lo que le pide, va a informarle a Saúl, quien lo cazará y matará como hace con su yerno David. Notamos que ella no dice que no es capaz de invocar a un muerto, sino que está prohibido y no quiere tomar el riesgo. Saúl le contestó de la forma más hipócrita imaginable: —Tan cierto como que el SEÑOR vive, que no serás castigada por hacer lo que te digo. Saúl ha caído en un abismo tan profundo que no reconoce que El Señor no tenga ninguna parte en consultar a adivinas y hechiceros. ¿Toma la decisión de consultarla por la influencia del espíritu maligno? Y si así es, ¿el espíritu maligno en Saúl responde al espíritu maligno influenciando a la adivina?  Probablemente la pobreza de la adivina y no su ética, acepta el trabajo y le pregunta a quién quiere que invoque. Cuando le responde que quiere hablar con Samuel, no leemos que le cuestiona, ni que le pregunta cuál Samuel, pues, no puede ser otro más que el último juez de Israel

El texto no nos dice cómo, pero parece que la espiritista invoca a Samuel de verdad. Continuamos con la historia, leyendo la reacción de la adivina a invocar al profeta Samuel.

¡Me tendió una trampa! ¡Usted es Saúl!

I Samuel 28:12-14: Cuando la espiritista vio a Samuel, pegó un gritó, y dijo:

—¡Me tendió una trampa! ¡Usted es Saúl!

El rey le dijo a la adivina:

—No temas. ¿Qué es lo que ves?

La adivina dijo:

—Veo un espíritu que está saliendo de la tierra.

Saúl preguntó:

—¿Cómo se ve?

La mujer respondió:

—Como un anciano que lleva un manto.

Saúl se postró rostro en tierra al darse cuenta de que era Samuel. 

Ya es demasiado tarde para postrarse

El texto dice que ella ve a Samuel subiendo de la tierra, y eso la asusta. ¿Ella realmente invoca a los muertos, o habla con demonios? Las adivinas, espiritistas, y hechiceros son charlatanes; no es posible hablar con los muertos porque al momento de morir, el espíritu va de inmediato a uno de dos lugares y no regresa nunca, con algunas excepciones, como Moisés y Elías, que Dios, y no un charlatán, envió a la tierra. Pero, si no fuera Samuel, ¿Cómo sabe que está en la presencia de Saúl? ¿Por qué pega un grito? No olvidemos por un momento que la adivinación es una práctica demoníaca; menos Dios, nadie puede invocar a un espíritu. Lo que ella hacía era invocar demonios, espíritus malignos como el que influenciaba a Saúl y estos espíritus imitaron a la persona, con el resultado que gente desesperada pagaban mucho por escuchar a un demonio y ser guiado fuera del camino de la verdad y luz hacia un camino malvado y oscuro. La adivina pegó un grito porque no era un demonio fingiendo ser el difunto, sino, por la primera vez, era el espíritu verdadero de Samuel y a lo mejor le comunicó que ella estuviera con Saúl. Seamos claro; ella no invocó el espíritu de él, sino Dios se lo envió. Un espíritu maligno fingiendo ser un difunto no podría predecir el futuro, pero lo que Samuel va a decir es exactamente lo que acontecerá.

No sabemos si Saúl pueda ver el espíritu, pero la adivina puede verlo, y sin duda, Saúl lo oye.

Es un ancianito llevando un manto

La descripción que la adivina da de Samuel es poco convincente: es un anciano que sube de la tierra y lleva un manto. Pero su descripción le convence a Saúl porque reconoce el manto del sacerdote y juez. Se postró rostro en tierra al darse cuenta que por fin, tiene a Samuel ante él. Pero ya es demasiado tarde para mostrar su respeto, algo que le faltaba por muchos años. ¿Dios realmente le enviaría a Samuel a hablar con Saúl cuando el rey ignoró sus mensajes por tanto tiempo? Continuamos con la historia, leyendo la conversación entre Saúl y el espíritu de Samuel.

¡Me encuentro en problemas!

I Samuel 28:15-19: Samuel le dijo a Saúl:

—¿Por qué me molestas haciéndome subir?

Saúl respondió:

—¡Me encuentro en problemas! Los filisteos me están atacando y Dios se ha apartado de mí. Ya no me responde, ni por medio de profetas ni por sueños. Por eso te llamé. Necesito que me digas qué hacer.

Samuel dijo:

—El SEÑOR te ha abandonado, y ahora está de parte de tu enemigo, ¿por qué me llamas a mí? El SEÑOR está haciendo lo que te advirtió por medio de mí. El SEÑOR está por arrebatarte el reino de las manos, y se lo va a entregar a David. No obedeciste al SEÑOR, no destruiste a los amalecitas ni les mostraste la ira de Dios. Por eso el SEÑOR te está haciendo esto ahora. El SEÑOR te entregará a ti y a Israel contigo en manos de los filisteos. Mañana tú y tus hijos estarán aquí conmigo. El SEÑOR entregará también al ejército de Israel en manos de los filisteos.

Sembraste desobediencia y cosecharás el castigo

Samuel le reprende, preguntándole por qué le molesta. Antes de que Cristo se muriera y regresara al cielo para preparar un lugar para sus hijos, gente recta iba a un lugar llamado el seno de Abraham. Samuel le reprende; salió de un lugar placentero para regresar a la tierra para atender la llamada de un rey caído y muy malvado. Saúl parece un niño, tropezando con sus palabras, contándole que el cielo está cayendo por encima de él, y desde que Dios ya no le conteste, no sabe qué hacer. Dios dejó de hablar con Saúl por una razón muy clara: cuando le habló, Saúl desobedeció. ¿Para qué buscar la voluntad de Dios ahora cuando vivía pecando, buscando a David todos los días, con la sangre de los sacerdotes en las manos? ¿Para qué buscar el consejo de Samuel si no va a obedecer de todos modos? Aun muerto, Samuel es paciente y le explica, como si no lo sepa, por qué no escucha de Dios: Dios te abandonó y peor aun, está al lado de tu enemigo. ¿Cuál enemigo? Con David, claro, con este joven pastor de ovejas convertido en el mejor guerrero de Israel, Dios iba a entregarle todo lo que Saúl ha tratado ferozmente a mantener. Samuel nombra uno de sus pecados, el que causó que Dios lo abandonara: no destruyó a todos los amalecitas como le exigió. Podemos imaginar la expresión de Saúl cuando Samuel le dice lo último, que mañana él y sus hijos van a morir en la batalla contra los filisteos. Samuel dice que mañana, Saúl estará con él, pero el rey se ha alejado de Dios sin arrepentirse. ¿De veras irá al mismo lugar que Samuel? Lo que Samuel quiere decir es que mañana morirá, no que su destino final es con Dios en el cielo. Todos estos años de aferrarse locamente al trono, todo ese tiempo que cazó a David para asegurar el reinado de Jonatán, fue como correr detrás del fumo, sin resultado ninguno.

No puedo creer lo que sembré

El texto dice que, al escuchar su destino, Saúl se desplomó, tan asustado que estaba por las palabras que acababa de escuchar. Nos dice que Saúl se negó a comer todo el día y por eso estaba débil; en combinación con la noticia que recibió del espíritu de Samuel, fue demasiado y se desplomó, congelado con el miedo. La verdad es que el espíritu maligno que influenciaba a Saúl era un espíritu que le provocó el miedo- miedo de perder el trono, miedo de perder el favor de Israel, y miedo por lo que les pasará a sus hijos. Cuando Samuel le dijo la primera vez que por su desobediencia, Dios había elegido a otro, si Saúl hubiera arrepentido, pidiéndole perdón a Dios, pudiera haber sido parte integral de la transición pacífica del poder a David, enseñándole y guiándole a ser el rey que él mismo quería ser. Pero, desobedecía por años, sin escuchar a Dios y con dejarse llevar muy lejos por la influencia del espíritu maligno.

La adivina se preocupó por el estado de Saúl. Continuamos con el final de esta historia leyendo qué hizo por el rey, aun temando que podría matarla por haber ofreciéndole este servicio de invocar a un muerto.

I Samuel 28:21-24: Al darse cuenta del miedo que Saúl tenía, la mujer se le acercó, y le dijo:

—Yo, su sierva, le hice caso arriesgando mi vida con lo que me pidió que hiciera. Ahora le ruego que me escuche. Deje que le traiga algo de comida. Usted necesita comer para recobrar energía y emprender el camino.

Pero Saúl se negó a comer diciendo:

—No quiero comer.

Los oficiales de Saúl se unieron a la mujer y le insistieron que comiera. Por fin, Saúl les hizo caso, se levantó y se sentó en la cama. La mujer mató un ternero gordo que tenía en su casa y amasó harina para hornear pan sin levadura. 

La última comida

El texto nos da la impresión que la espiritista no sea una mala persona, sino ha tomado una malísima decisión en rechazar al único Dios y perseguir vivir en las tinieblas, ganándose la vida de una manera engañosa. Ella se preocupa por el estado del rey después de escuchar un mensaje del más allá. No sabemos si los demás oyeron a Samuel, y si no, si Saúl no comparte el mensaje con ellos por miedo de que ningún soldado participaría en la batalla, sabiendo que iban a perder. Como la adivina no puede hacer nada para suavizar el mensaje, le ofrece comida, matando a un ternero y horneando panes sin levadura. Es interesante que hornea pan sin levadura, porque para Israel la levadura representaba el pecado.

Después de comer, Saúl y sus oficiales emprendieron el camino, viajando por la noche hacía una última madrugada espantosa. El rey no recibe lo que buscó, y ahora está peor que antes, sabiendo que se marcha hacia su muerte. En los próximos estudios, David vencerá a los amalecitas y Saúl y la mayoría de sus hijos se morirán.

Anterior
Anterior

David vence a los amalecitas

Siguiente
Siguiente

¿Quiénes eran los filisteos?