David mata a Urias y se casa con su mujer
David intenta todo para que Urias se acueste con Betsabé
En el previo estudio, vimos cómo David pecó contra Dios y Betsabé, acostándose con ella, siendo ella la esposa de Urias, uno de sus valientes, quien convenientemente estuvo en la guerra en que David no participó. David también pecó contra Urias, tomando a su mujer simplemente porque la vio y decidió tomarla porque quiso. Se acostó con ella y la olvidó hasta que un día ella le mandó un mensaje que estaba embarazada, y obvio, no pudo ser de su esposo. En este estudio, veremos la situación desastrosa que David hace aún peor con sus malísimas decisiones. En vez de confesar su pecado y vivir las consecuencias, utilizó tres tácticas para deshacerse de la situación que él mismo creó. Comenzamos con la historia, leyendo qué hizo después de enterarse del resultado de su pecado.
Envíame a Urías
2 Samuel 11:6-9: Entonces David envió este mensaje a Joab: «Envíame a Urías el hitita», y así lo hizo Joab. Urías se presentó ante David, quien habló con él sobre Joab, los soldados y la guerra. Entonces David le dijo a Urías: «Ve a descansar a tu casa». Urías se fue del palacio con un regalo que el rey le había dado. Pero Urías no se fue a su casa, sino que durmió afuera de la puerta del palacio, como cualquier otro siervo del rey.
¿Quién era Urias?
Cuando Dios les mandó a los israelitas a matar a todos viviendo en Canaán, desobedecieron y permitieron que algunos vivieran. Urias era de ascendencia hitita y no era un israelita. Aparentemente, su familia se había convertido y creyeron en el único y verdadero Dios, rechazando al paganismo y dioses falsos. Urias se sometió a Dios y vivía como un israelita, hasta sirviendo en el ejército. Según la tradición rabínica, en hebreo, su nombre significa algo como “Dios es mi luz.” La lealtad de Urias era total; como soldado, luchaba contra los hititas entre otras naciones quienes vivían en Canaán en aquel tiempo. David fingió interesarse por Joab, los soldados y la guerra. Lo único que quería hacer fuera asegurarse de que Urias se fuera a su casa y se acostara con su esposa, así deshaciéndose del problema de su bebe.
Primera táctica
Fue sospechoso que David llamara precisamente a Urias, uno de los mejores guerreros, cuya falta de presencia en la batalla sería profundamente sentido. ¿Qué pensó Joab al recibir el mensaje de David? ¿Sospechó algo? ¿Joab se preocupaba que lo llamara para averiguar cómo estaba manejando la guerra, y porque demoraba tanto? Quizás a Joab y Urias les pareciera extraño que David no fuera en persona a ver cómo iba la batalla y para ayudarlos. ¿Por qué no llamó a un mensajero en vez de sacar a uno de los mejores guerreros? Urias era uno de los capitanes, no un novato desechable. Según comentaristas bíblicos, era uno de los hombres valientes que se unió con David, aun antes de que fuera rey porque creía que Dios lo había elegido y quería apoyarlo. Lo acompañó durante sus años de huir de Saúl, lo protegía, aun en el diario pelea de sobrevivir en el desierto. Urias lo ayudó a establecerse como rey. Y ahora, estaba luchando la batalla para David mientras su rey lo engañó con su mujer.
Urias era leal, tanto a David como a sus soldados. No fue a su casa para estar con Betsabé y disfrutar de las comodidades de su hogar; por ser una casa tan cerca al palacio, podemos imaginar que fuera una casa linda y cómoda. La primera táctica falló. Continuamos con la historia, leyendo la segunda táctica de David.
Emborráchate y embarázale a tu mujer
2 Samuel 11:10-13: Los siervos le informaron a David que Urías no se había ido a su casa. Entonces David le dijo a Urías:
—Tuviste un largo viaje, ¿por qué no te fuiste a tu casa?
Urías le respondió:
—El Cofre Sagrado y los soldados de Israel y Judá están acampando en Sucot. Mi amo Joab y los oficiales de mi señor acampan al aire libre. No está bien que yo vaya a mi casa, beba y me acueste con mi esposa.
David le dijo:
—Quédate aquí esta noche, mañana te enviaré a la batalla.
Urías se quedó en Jerusalén esa noche, hasta la mañana siguiente. Luego David llamó a Urías para que se presentara ante él. Urías comió y bebió con David hasta que David lo emborrachó. Pero Urías seguía sin irse a su casa, sino que esa noche se quedó de nuevo donde dormían los siervos del rey.
Segunda táctica
Cuando David se dio cuenta que mandarlo a su casa no iba a ser tan fácil, cambió de táctica, emborrachándolo. Seguramente, borracho se tropezaría hacia su casa y se caería en los brazos de su mujer, para disfrutar de una noche que resultaría en un lindo hijito suyo. ¿Por qué se consentiría a comer y beber con el rey, sin embargo, no se acostaría con su esposa? Era la costumbre que mientras estaban luchando en una guerra, se abstuvieron de tener relaciones con su cónyuge para mantenerse puros. El plan de David dependía totalmente de que Urias no cumpliría con abstenerse y mantenerse puro. Pero aun intoxicado, Urias rehusó visitar a su mujer.
En aquel tiempo, la palabra del rey era ley, y Urias se atrevió a desafiar al rey. Probablemente David estuviera frustrado con Urias; a fin de cuentas, estaba ofreciéndole la oportunidad de gozar de la comodidad de su casa y acostarse con su hermosa mujer. Pero sus valores y lealtad a Israel eran más fuertes que la trampa del rey. Mencionó el Cofre Sagrado, demostrando que entendía la razón por la cual estaban luchando contra naciones paganas. Con el mandato de quedarse otro día, se preguntó; ¿por qué quedarse otro día? Ya le dio a David toda la información que quería. Y quizás más importante, ¿por qué David no regresó con él, animando a las tropas y ayudándolos a ganar? La mente de Urias no estaba con el rey ni con Betsabé; permaneció en el campo de batalla, anhelando regresar y terminar la obra de Dios.
Mientras Urias estaba con David, no sabemos si viera a Betsabé o no. Quizás una de esas noches se asomara de una ventana, y lo viera durmiendo afuera de la puerta del palacio. Las noches pasaron sin que él regresara a casa y su esperanza de que pudiera encubrir su embarazo se esfumara. A lo mejor ella, sin creer su suerte de que estuviera en Jerusalén, le suplicara que viniera a su casa; tuviera que esconder el miedo en sus ojos. No quería esconderle nada de su esposo, pero si supiera la verdad, ¿la mataría como instruye la ley de Moisés? Tal vez pensara tanto en ser lapidada a la muerte que no se atreviera a saludar a su marido mientras estuvo en Jerusalén, tan convencida que fuera que no podría esconder su barriga sobresaliente. Es muy improbable que Betsabé tuviera la menor idea de lo que David estaba a punto de hacer. Continuamos con la historia leyendo su orden a la muerte que el propio Urias le envió a su comandante Joab.
No quiso acostarse con su esposa, así que mátalo, porfa
2 Samuel 11:14-17: A la mañana siguiente, David le escribió una carta a Joab y la envió con el mismo Urías. En la carta David le indicaba a Joab que pusiera a Urías al frente del combate, donde la pelea fuera más dura, y que lo dejara solo hasta que lo mataran. Joab observó la ciudad para ver dónde estaban los amonitas más fuertes y allí envió a Urías. Los hombres de la ciudad salieron a pelear contra Joab. Entre los hombres de David que habían muerto se encontraba Urías el hitita.
Tercera táctica
Mandarlo a su casa no funcionó. Emborracharlo no funcionó. Con un suspiro y un corazón pesado, el rey mandó a Urias a su muerte, quizás engañándose que el soldado tuviera la culpa por ser terco y desobediente. Con una prueba final de su lealtad, Urias llevó al general la carta que lo condenaba. Quizás no podía leer, pero suponemos que, si pudiera leerla, no la leyó porque era un hombre honrado que no se metía donde no le pertenecía. Urias era inocente, y murió injustamente. A lo mejor en sus últimos momentos, Urias se diera cuenta que hubo una trampa, que de repente ningún israelita estuvo a su lado para ayudarlo. Echara una mirada a Joab quien se había retirado de la pelea, y antes de recibir un golpe fatal, pensara que algo en esa carta indicara que el rey lo quería muerto, aunque no tuviera idea por qué.
Joab obedeció a David sin cuestionarlo. Joab era un hombre duro, pero ¿Cómo se sintió participando en la matanza de uno de sus capitanes? Cuando los demás soldados se enteraron de qué hizo Joab, ¿Cómo reaccionaron? Ellos no sabían que fue una orden de David; quizás creyeran que Joab quiso matarlo por alguna razón desconocida. Probablemente, Joab no quería obedecer este orden, pero no vio alternativa. Cuando recibió el mensaje de David, quizás antes hablara con Urias para averiguar alguna motiva de David. Sin ver otra solución, Joab obedeció a su rey. Pero asesinarlo no era la única solución; en cualquier momento, David pudiera haber hablado con Dios, confesando a Natán. Habría consecuencias, pero quizás menos de las que resultaron. Joab obedeció y quería que David lo supiera, todavía con miedo a su reacción por matar a Urias, aunque le pidió precisamente eso. Leemos el mensaje que Joab le envió a David y el del rey para su comandante.
El esposo de Betsabé ya está muerto, puedes relajarte
2 Samuel 11:19-25: Le dijo lo siguiente al mensajero: «Cuando termines de darle el informe completo, si Su Majestad se enoja y pregunta: “¿Por qué el ejército de Joab se acercó tanto a la ciudad? ¿Es qué no sabe que hay hombres en las murallas de la ciudad que pueden matar a sus soldados con flechas? …¿Entonces por qué se acercó tanto a la muralla?” Si el rey David dice esto, entonces dile además que el oficial Urías el hitita también murió».
El mensajero fue y le dijo a David todo lo que Joab le había indicado:
—Los amonitas nos atacaron en el campo, peleamos y los perseguimos hasta la entrada de la ciudad, pero los soldados que estaban en las murallas nos lanzaron flechas y algunos de sus oficiales murieron. Entre ellos Urías el hitita.
Entonces David dijo al mensajero:
—Dile a Joab que no se aflija tanto por lo que ha pasado, la espada puede matar a un hombre igual que a otro, que planee un ataque más fuerte contra Rabá y conseguirá la victoria.
El momento más oscuro de David
“Dile a Joab que no se aflija tanto por lo que ha pasado”… Esta línea nos da escalofríos. No parece que el mismo hombre que escribió tantos salmos y oraciones bellas al Señor sería capaz de traicionar a uno de sus mejores y más leales soldados para encubrir el pecado. Pero eso es exactamente lo que aconteció. ¿Qué piensa David cuando Joab le llamó al ejército el ejército de Joab? ¿No debía ser el ejército del Señor o por lo menos, el ejército del rey David? Ahora que Joab cumplió con este orden del rey, veremos que Joab cree que es invencible, que ni siquiera David puede deshacerse de su comandante.
Cuando Betsabé se enteró de la muerte de Urias, según la costumbre de ese entonces, lamentó su muerte por alrededor de un mes. Creo que no sabía lo que David hizo hasta mucho después. Si sumamos los meses entre comunicarle a David del embarazo, de la llegada de su esposo al palacio y su regreso a la guerra, la llegada de la noticia de la muerte de Urias, más el mes de luto, tendría ya por lo menos tres meses encinta cuando se casó con David. Pero el texto nos dice que aun casados, Dios todavía la consideró la mujer de Urias. Terminamos la historia, leyendo los acontecimientos después de la muerte de su esposo.
Después del luto, la boda
2 Samuel 11:26-27: Cuando Betsabé se enteró de que Urías, su esposo, había muerto, hizo duelo por él. Después del luto, David mandó que la llevaran al palacio. David se casó con ella y ella le dio un hijo, pero al SEÑOR no le agradó lo que David había hecho.
La novia en duelo
David nunca tuvo la intención de casarse con Betsabé después de acostarse con ella. No la amó. Nunca fue su intención matar a Urias, pero como negó confesar y enfrentar las consecuencias cuando eran menores, siguió en su pecado hasta que ya no hubo marcha atrás. Cuando Urias negó acostarse con su esposa, David ya sabía que iba a tener que casarse con ella para encubrir su pecado. Nada más quería sexo con ella, no una vida, pero no vio alternativa.
Después de la boda, Betsabé fue la nueva en el harem, ahora viviendo al otro lado de la calle en el palacio, con las muchas esposas, concubinas e hijos de David. Muy pronto, quizás al llegar, se dieran cuenta de su panza creciente y supieran que era una adúltera. En vez de echar la culpa a David, probablemente le culparan por seducir a su marido. Era inocente, pero sufría las consecuencias del pecado. El texto nunca menciona que Dios la consideró culpable; el texto dice que al SEÑOR no le agradó lo que David había hecho. En el próximo estudio, el profeta Natán reprende a David y el hijo de David y Betsabé se muere.