Natán reprende a David y él se arrepiente
Reprenda, arrepentimiento, perdón y consecuencias
En el previo estudio, David intentó todo para que Urias se acueste con Betsabé de modo que todo el mundo pensaría que el hijo que esperaba fuera suyo. Intentó mandarlo a casa y emborracharlo, pero Urias se negó a regresar a su casa. Así que David le envió una carta al general Joab, instruyéndole poner a Urias en la primera línea para que el enemigo lo matara y así aconteció. Después de matar a Urias, David se casó con Betsabé. Pero todos en el palacio sospecharon que algo hubiera pasado y que Betsabé estuviera embarazada. El Señor vio todo, y no le agradó lo que David hizo. En este estudio, Dios envía a Natán para reprender al rey, David se arrepiente, y Dios lo perdona.
Natán era el sacerdote de David, guiándole en asuntos espirituales. Hasta ahora, se han llevado muy bien, David rescatando al Cofre del Pacto del Señor y deseando construir un templo para Él. Natán no era como Elí y sus hijos; era un sacerdote justo, quien escuchó directamente de Dios. Han pasado unos nueve meses, y David no ha confesado. Sin duda, su angustia le mata. Ha dejado de hablar con Dios, no escribe salmos, no visita al Cofre del Pacto, ni habla con Natán. Después de que Betsabé diera a luz, Dios le envió a Natán el siguiente mensaje. Comenzamos con el texto, leyendo la historia que Natán le cuenta al rey David.
Un rico, un pobre y una ovejita
2 Samuel 12:1-6: El SEÑOR envió a Natán para que le dijera a David:
—Había dos hombres que vivían en una ciudad. Uno era rico, y otro pobre. El rico tenía muchas ovejas y ganado. Pero el pobre no tenía nada, excepto una ovejita que había comprado y criado. La ovejita creció en su propia casa junto con él y sus hijos, comía de su comida, bebía de su vaso y dormía en su regazo. Ella era para el hombre pobre como su propia hija. Sucedió entonces que un viajero llegó a visitar al hombre rico. Este quería ofrecerle de comer pero como no quería matar a ninguna de sus ovejas ni ganado para alimentar al viajero, tomó la ovejita del hombre pobre y la mandó preparar para darle de comer a su huésped.
David se enojó tanto contra el hombre rico que le dijo a Natán:
—¡Tan cierto como que el SEÑOR vive, que el que hizo eso merece la muerte! Debe pagar cuatro veces el valor de la oveja por haber cometido este acto terrible y no haber tenido piedad.
¡Este tipo merece la muerte!
Para entender la historia, hay que saber que Natán cuenta una historia alegórica, usada para enseñar una lección. La ovejita en la historia era más una mascota y no comida; la familia la quería como a una perrita o a una gatita. Es interesante que Dios le enviara con una historia alegórica, similar a cómo Jesús hablaba con la gente, en vez de acusarlo directamente. Natán es el único quien podría tomar el papel de acusador del rey: es su sacerdote y su amigo, no un crítico.
Al escuchar esta historia, David se enfureció, diciendo que el perverso que cometió tal crimen merecía la muerte, pero antes de morir, debe pagar cuatro veces el valor de lo que había robado. Reaccionó como si Natán le hubiera pedido un fallo. En la ley de Moisés, robar una oveja era un crimen, pero uno no recibiría la pena de muerte por eso. David no era sensible a la gravedad de lo que hizo, pero es muy rápido para juzgar a los demás. Después de todo, ya han pasado nueve meses y todavía no había sufrido las consecuencias de su pecado, hasta ya tuvo un nuevo y lindo hijo con su nueva esposa. ¿Por qué Dios no envía a Natán antes y espera hasta que nazca el niño? A lo mejor Dios esperara que David confesara por su propia voluntad. Cuando David no confiesa ni hace nada para reparar el daño que causaba, Dios le mandó a Natán. Me imagino que, aunque las palabras de Natán eran fuertes, estaba algo miedoso al decírselas, sin saber cómo iba a reaccionar, si negaría todo y lo mataría. Aun con la duda, escogió arriesgarse y obedecer. Continuamos la historia con la reprenda de Natán.
Ese canalla eres tú
2 Samuel 12:7-14: Entonces Natán le dijo a David:
—¡Tú eres ese hombre! El SEÑOR Dios de Israel dice: “Te elegí para que fueras el rey de Israel. Te libré de Saúl. Dejé que tomaras a la hija de tú amo y a sus esposas, y te di las hijas de Israel y Judá. Y si no fuera suficiente, te habría dado aun más. ¿Por qué entonces ignoraste mi mandato e hiciste lo que me desagrada? Dejaste que los amonitas mataran a Urías el hitita para quedarte con su esposa. Es como si tú mismo lo hubieras matado en batalla. ¡Por eso tu familia jamás tendrá paz! Al tomar a la esposa de Urías el hitita, me despreciaste”.
Ahora el SEÑOR dice: “Traeré desastre contra ti, y vendrá de tu misma familia. Tomaré a tus mujeres y se las entregaré a un hombre cercano a ti. Él dormirá con ellas y todo el mundo lo sabrá. Tú te acostaste con Betsabé a escondidas, pero tu castigo estará a la vista de todo Israel”.
Entonces David reconoció ante Natán diciendo:
—He pecado contra el SEÑOR.
Natán le dijo a David:
—El SEÑOR te perdonará incluso este pecado, no morirás. Porque en este asunto tú le has faltado gravemente al respeto al SEÑOR, tu hijo sí morirá.
He pecado contra el SEÑOR
David tiene el inmenso privilegio de escuchar directamente de Dios. Dios le recuerda que lo eligió, y que no permitió que Saúl lo matara. Aunque Dios dijo que el rey no debe casarse con muchas mujeres para no alejarse de Él, permitió que David hiciera exactamente eso porque tiene una relación especial y única con él. Le dice que si sus esposas y concubinas no fueran suficientes, le hubiera dado aun más, que no hubo razón para tomar la esposa de otro. Dios le echa toda la culpa por la muerte de Urias a David, y únicamente a él, llamando a Betsabé la esposa de Urias. David confiesa que ha pecado contra el Señor, pero no dice nada en cuanto a Urias y Betsabé, sus esposas, hijos, y oficiales que usó para encubrir su pecado. David había matado a muchos paganos, pero siempre estuvo bajo la dirección de Dios, pero asesinó a Urias, un hombre justo y leal. A diferencia de Saúl, David no se disculpa ni hace excusas; pecó y lo admite.
Espérate- yo pecaba, y mucho
Esta reprende de Natán realmente cambia a David. Entiende la gravedad de lo que hizo, y por fin confiesa. Está agradecido que Dios no le quite el reinado ni lo mate. En un momento, David ve que su pecado no fue únicamente acostarse con una mujer casada, sino tomar a tantas mujeres, con las cuales ni tenía mucho que ver. Tenía muchos hijos, pero usualmente tenía nada más un hijo con cada una. Sentía una atracción, se casó, había pasión, ella se embarazó, y luego, la mandaría de vuelta al harem para no tener que lidiar con sus problemas y quejas. Luego conoció a otra, y luego otra. Betsabé será la última esposa, y con ella tendrá cuatro hijos, compartiendo su vida con ella hasta el día de su muerte.
Al arrepentirse, de inmediato, Dios perdona a David. No morirá por su pecado como dice la ley de Moisés, pero su pecado traerá consecuencias: Amnón violará a su hermana Tamar, Absalón se encabezará de un golpe de estado y tendrá sexo con todas las concubinas de su padre a plena luz del día. David acepta la reprenda y el desastre pendiente de su familia. Imaginamos que se postrara sollozando, gritando a los cuatro vientos que había pecado contra el Señor. El texto no nos dice si la verdad se difundiera por la calle y si todo Israel se enterara de su pecado, pero a lo mejor por lo menos todos en el palacio supieran, incluso sus oficiales, esposas, concubinas, e hijos. También supo uno de sus consejeros, Ajitofel, el abuelo de Betsabé; él tendrá una mano en cumplir la profecía sobre la derrota de la familia de David, como veremos más adelante.
Antes de marcharse, Natán le dejó saber que Dios lo perdonó por el adulterio y la matanza de Urias, pero lo iba a disciplinar, quitando la vida de su recién nacido, el hijo de Betsabé, el fruto de una aventura de una noche. Podemos imaginar la alegría y dolor de David; Dios acaba de perdonarlo, pero iba a matar a su hijito. ¿Por qué matarlo cuando lo perdonó? El texto no nos dice. Mientras Dios nos perdona, no quiere decir que nuestro pecado, hasta el pecado ajeno, no nos afectará y que no habrá consecuencias devastadoras, consecuencias que parecen injustos, pero en el gran plan de Dios, es parte de formarnos en personas conformes a su hijo, Jesucristo. Terminamos esta porción de la historia leyendo una parte del Salmo que David escribió después de la reprenda de Natán.
Salmo 51: ¡Ten compasión de mí!
Canción de David, cuando el profeta Natán fue a reprenderlo por haber cometido adulterio con Betsabé.
1 Ten compasión de mí, Dios mío, conforme a tu fiel amor; conforme a tu gran misericordia, borra mis rebeliones. 2 Lava todas mis culpas y límpiame de mi pecado. 3 Reconozco que he sido rebelde, siempre tengo presente mi pecado. 4 Pequé contra ti y sólo contra ti, delante de ti hice lo que es malo; por eso tu sentencia es justa, y tu juicio es irreprochable. 5 Yo nací culpable; mi madre me concibió pecador. 6 Tú amas la verdad acerca de lo que se oculta y quieres que yo sea sabio en lo íntimo. 8 Hazme sentir felicidad y alegría; que se alegren los huesos que has quebrantado. 9 Aparta tu vista de mis pecados y borra toda mi maldad. 10 Dios mío, crea en mí un corazón limpio. Una vez más quiero ser fiel en mí espíritu. 11 No me alejes de ti; ni me quites tu santo Espíritu.
12 Hazme sentir de nuevo la alegría de tu salvación; y que me sostenga tu Espíritu que me guía. 13 Les enseñaré a los rebeldes tus caminos, y los pecadores se volverán a ti. 14 Dios mío, mi Dios Salvador, merezco la muerte, pero no me castigues, y gritaré de alegría que eres justo.17 Los sacrificios a Dios son un espíritu quebrantado; tú no despreciarás al de corazón humilde y arrepentido.
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Dios perdona a David, ¿pero Betsabé lo perdonará después de la muerte de su hijo y al enterarse de lo que realmente pasó con Urias? En el próximo estudio, el hijo de David y Betsabé se morirá y David confortará a su esposa.