La muerte del hijo de David y Betsabé

Después de la muerte, una noche confortante

En el previo estudio, Natán reprendió a David por su adulterio y su esfuerzo para encubrirlo matando a Urias. David confesó, arrepentido por su adulterio, y recibió el perdón de Dios. Aunque fue perdonado, su pecado tiene consecuencias, una de las cuales es que su recién nacido con Betsabé va a morir. En este estudio, su hijo se muere, David consuela a Betsabé, y luego David captura la capital de los amonitas.

¿No le importa nuestro bebito?

En el previo estudio, dejamos a David con Natán. El sacerdote le comunicó que Dios lo había perdonado, que no se iba a morir por su adulterio, pero que su niño iba a morir. Después de entregarle su mensaje, Natán regresa a su casa, dejando a David a solas con esta noticia. El texto dice que El Señor hizo que su bebe se pusiera gravemente enfermo. Al enterarse de la enfermedad de su hijo, David no va a verlo, ni va al lado de Betsabé para ayudarla, sino ayuna por su pequeño, sin comer ni beber nada, rogando a Dios por su vida.  El texto dice que por las noches se quedaba tirado en el suelo. Preocupados por su rey, los ancianos líderes fueron a verlo, tratando de hacerlo comer con ellos, pero David no quiso levantarse, dedicado a suplicar a Dios por la vida de su chiquito. Durante siete días, hace lo mismo.

¿Pensó Betsabé que a David no le importara su hijo? El texto no dice que fue a verla ni una sola vez durante esa semana; imaginamos que ella estuviera desesperada para aliviar el dolor de su bebe. Quizás llamara por un médico, pero no pudiera hacer nada; quizás llamara por David, pero no viniera. Jamás se sintiera tan sola, tan abandonada. Probablemente, Betsabé no supiera nada de la visita de Natán, ni de la consecuencia que mataría a su hijo. Parece que nadie se lo informara tampoco. Mientras la fiebre y sollozos de su bebe crecía, aumentaron la angustia, enojo y desesperación de Betsabé. Quizás hasta las esposas y concubinas de David procuraran hacer algo por el bebe, sin lograr ningún cambio en su salud.

Mi bebito se murió

El texto dice que, al séptimo día, el bebe se murió. Después de oír su llanto por siete días, ya no lo escuchó, y el silencio era extraño. Es probable que Betsabé, exhausta por no dormir en toda la semana, se arrodillara en el piso y desgarra su vestido, llorando sin parar, confundida por qué su hijito se murió y por qué su marido no hizo nada para ayudarla. Llena de remordimiento por la lujuria de David y la muerte repentina de Urias, se acurrucara en una esquina de su cuarto y quisiera morir.

El texto dice que cuando los siervos se enteraron de su muerte, tenían miedo de decírselo a David porque pensaban que se podría hacer algún daño a sí mismo al recibir la noticia y querían evitar otra tragedia. El texto dice que David vio a sus siervos murmurando y comprendió que había muerto. Pero, David reaccionó de una manera sorprendente para todos. Comenzamos con la historia, leyendo la reacción de David a la muerte de su hijo.

Fue a la casa del Señor para adorar

2 Samuel 12:20-23: Entonces David se levantó, se bañó y se cambió de ropa. Luego fue a la casa del SEÑOR para adorar. Después regresó a su casa y les pidió a sus siervos algo de comer.

Los siervos le preguntaron:

—¿Por qué actúa así? Cuando el niño estaba vivo, usted se negaba a comer y lloraba, pero ahora que murió se levanta y pide de comer.

David les respondió:

—Cuando el niño estaba vivo, ayuné y lloré porque pensé: “¿Quién sabe? Tal vez el SEÑOR se compadezca de mí y deje vivir al niño”. Pero ahora el niño murió. ¿Para qué ayunar? ¿Puedo acaso devolverle la vida? Algún día iré adonde él está, pero él no puede volver a mí.

¿Para qué ayunar? ¿Puedo acaso devolverle la vida?

Después de una semana de ayunar, la primera cosa que David hizo no fue visitar a Betsabé, ni comer, ni dormir, sino levantarse, bañarse y cambiarse de ropa. Luego hace algo que no ha hecho desde que pecara con la esposa de Urias: fue a la casa del Señor para adorarlo. No sabemos qué le dijo a Dios, pero el texto dice que adoró, no que lloró, ni que le reprochó por quitarle la vida a su inocente. David aceptó las consecuencias y estaba en paz; hizo todo lo que pudo, ayunando y suplicando por la vida del pequeño, pero Dios no cambió de mente. Su paz y aceptación nos parece un poco extraño: ¿no es insensible adorar a Dios después de la muerte de su hijo, no debe comenzar el lamento ahora? ¿Tiene alguna razón para adorar a Dios después de la muerte de su hijo? La verdad es que Dios no tiene que hacer nada por ser digno de nuestra adoración, adoramos quien es, aun bajo las circunstancias más difíciles y oscuras. David pesó por la muerte de su hijo, no quiso que se muera, y por eso, hizo lo mejor que podía por él, ayunar y suplicar a Dios por su vida. Le consolaba que el niño estaba con Dios, ya no sufre como Betsabé. Ayunar mientras vivió era mejor que buscar a un médico, o acompañar a Betsabé, pero vale la pena notar que ayunar no manipula a Dios, no es un acto para conseguir de Él lo que uno quiere. Los siervos de David le preguntan por su comportamiento, y se los explica su razón. David es un ejemplo para nosotros, que lo mejor que podemos hacer en una tormenta es ayunar, suplicándole día y noche, pero si Dios no cambia de opinión sobre su caso, levántate y adórale por quien es, no lo que podría hacer por nosotros.

No sabemos cuánto tiempo ocurrió antes de que David fuera a ver a Betsabé. Sin duda, estaba muy enojada con él, cuestionado por qué no vino a verla, a ayudarla, a rezar por su hijo. Imaginamos que le explicara lo que hizo por el niño. Probablemente le contara sobre la visita de Natán, que él sabía que su hijo iba a morir. Podemos suponer que su reacción fuera ira, gritándole a David por qué no hizo nada para advertirle. Quizás en este momento las esposas de David estuvieran escuchando por la puerta; esa Betsabé no fuera tan bella ahora que no ha dormido y ha llorado un río. Imaginamos que en vez de huir como siempre, David se quedara con ella, escuchando sus reproches, tratando de abrazarla.

Pero tenía que decirle algo más: Urias no murió en la batalla por casualidad, sino que él le enviara a su muerte. Ahora, totalmente sin fuerza, sin querer escuchar la verdad, ella se rindiera, sollozando hasta que ya no tuviera más lágrimas. David se arrodillara junto con ella, llorando, disculpándose por todo el mal que le hizo, que ahora y adelante, todo será diferente, que la cuidara hasta el último momento de su vida. Y con esta confesión y perdón, Betsabé se convirtió en la esposa de David. Continuamos con la historia, leyendo el consuelo que solamente un matrimonio puede proveer.

David fue a consolar a su esposa Betsabé y se acostó con ella

2 Samuel 12:24-25: Entonces David fue a consolar a su esposa Betsabé y se acostó con ella. Betsabé quedó embarazada de nuevo y tuvo otro hijo, a quien David llamó Salomón. El SEÑOR tuvo agrado del niño. El SEÑOR envió al profeta Natán para ordenar que lo llamaran Jedidías.

La consoló haciéndole el amor

Antes de este momento, el texto refirió a Betsabé como la esposa de Urias, pero al confesar y pedir perdón, ella se convirtió en la esposa de David.  Estos dos versículos son un lindo recordatorio que Dios dio el sexo a un matrimonio para reproducir, pero también para consolar. Como una recompensa por haber perdido a su primer hijo, Dios permitió que se quedara embarazada de nuevo y dio a luz a Salomón. Según la nota al pie de la biblia, Jedidías quiere decir amado del Señor. Si Dios ordenó que lo llamaran así, ¿por qué lo conocemos como Salomón? Sigue leyendo los próximos estudios para aprender más sobre el próximo rey de Israel. David y Betsabé tendrán cuatro hijos juntos, pero esto no quiere decir que abandonara a las otras esposas y concubinas. Simplemente no sabemos cómo era su relación con ellas, aunque, por tener muchos más hijos con Betsabé que con cualquier otra, parece que fuera su favorita y que la amara de verdad.

Y ahora, volvemos a la guerra

Para terminar el capítulo, regresamos a la guerra. Recordamos que mientras David y Betsabé se casaron y tuvieron un hijo, Joab y su ejército todavía están en guerra contra los amonitas, los mismos que mataron a Urias. El texto dice que Joab atacó a la capital de los amonitas, una ciudad llamada Rabá. Terminamos con la historia, leyendo el mensaje que Joab le envió a David.

Vente para acá ya

2 Samuel 12:27-28: Envió mensajeros a David para decirle: «He atacado Rabá y he capturado los depósitos de agua de la ciudad. Ataque Su Majestad ahora la ciudad y captúrela antes que yo. Si soy yo quien la capture, le pondrán mi nombre».

Si soy yo quien la capture, le pondrán mi nombre

Joab le envía este mensaje con urgencia; sabe que puede tomar la ciudad, ya capturó los depósitos de agua, y sin este recurso, nadie sobreviviría por mucho tiempo. Aunque el general es un hombre duro, quiere que David reciba la fama, no él. Joab hizo todo el trabajo, pero por lealtad a su rey, deja que David tome la ciudad. Después de mandar a Urias a su muerte, David le debe a Joab, o por lo menos eso es lo que el general cree. Pero después de confesar, arrepentirse, y recibir el perdón de Dios, su secreto ya no poseía ningún poder sobre David; eso es el poder de la confesión y arrepentimiento. El texto no dice si David se disculpó con Joab, pero me imagino que sí.

El texto dice que David atacó y capturó a Rabá, quitándole la corona del rey y poniéndoselo. David no mató a todos los habitantes. El texto dice que los puso a trabajar con sierras, picos y hachas, y los obligó a hacer construcciones de ladrillo, como los esclavos en Egipto. Luego David regresó a Jerusalén para disfrutar de su nueva comunión con Dios, con su recién nacido Salomón, y su linda esposa Betsabé. Pero las consecuencias del pecado de David apenas comenzaron. En el próximo estudio, Amnón, el primogénito de David, violará a su media hermana Tamar.

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