El arbusto en llamas

Un pastor, El Señor, y la llamada del salvador de los hebreos

En la devocional anterior, vimos a Moisés creciendo como un egipcio y luego mató a un egipcio. El faraón se enfureció y quiso matar a su nieto, pero Moisés huyó a Madián, donde conoció a Jetro, el sacerdote de Madián, y sus hijas. Se quedó en Madián, cuidando los rebaños de Jetro y se casó con su hija mayor, Séfora. Tuvieron dos hijos. Cuando comenzamos el capítulo 3 del libro de Éxodo, Moisés ha vivido en Madián por 40 años, y ya no parecía  egipcio. En esta devocional vamos a estudiar el primer encuentro que Moisés tuvo con Dios y cómo Dios iba a tomar un pastor de ovejas y convertirlo en el liberador de Su pueblo.

Un pastor humilde

Recordamos que Moisés pasó los primeros tres años de su vida con Jocabed, su madre biológica. Seguramente durante ese tiempo, ella y sus hermanos le platicaban del único Dios. Quizás durante largas noches cuidando a los rebaños, Moisés veía el cielo y recordaba partes de estas historias, pensando sobre el propósito de la vida, y cómo estará su familia. Pero Egipto estaba muy lejos, y solamente era un hombre; ahora ni siquiera tenía una posición privilegiada, ni su propio rebaño, era nada más que un pastor para su suegro. Pero todo esto iba a cambiar.

Un día mientras Moisés estaba cuidando las ovejas de su suegro, llegó a la parte occidental del desierto llamado el monte de Dios. Comenzamos la historia leyendo lo que aconteció allí.

El arbusto no se consumía

Éxodo 3:2-3: Ahí se le apareció el ángel del SEÑOR en una gran llama de fuego la cual estaba ardiendo en medio de un arbusto, pero este no se consumía. Moisés se dijo: «¡Qué cosa tan rara! Me detendré a ver por qué el arbusto no se consume».

Se le apareció el ángel del SEÑOR en una gran llama de fuego

Para los que viven en el desierto, ver un arbusto en llamas no es nada raro. Moisés ha pastoreado por 40 años en este desierto, pero jamás había visto algo igual. El arbusto no se consumió en las llamas, sino había El Señor mismo, la prencarnación de Jesús, que parecía llamas de fuego en el arbusto, llamándolo por su nombre. Moisés se acercó al arbusto; este pastor de ovejas escuchó claramente, sin equivocaciones, la voz de Dios. En un instante, todo lo pagano que restaba en él se derritió y se convirtió en un creyente y siervo de Dios. Dios le advirtió que no se acercara más al arbusto y que quitara las sandalias porque donde pisaba era tierra sagrada. Continuamos con la historia, leyendo el mensaje que Dios tuvo para Moisés, un mensaje que le cambiaría la vida de él siempre.

El mensaje de Dios para Moisés

Éxodo 3:6-8, y 10: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.

Moisés se cubrió la cara porque tenía miedo de mirar a Dios. Pero el SEÑOR dijo:

—He visto lo mucho que ha sufrido mi pueblo en Egipto de mano de sus opresores y he escuchado sus lamentos. Estoy consciente de su dolor. Ahora voy a bajar a salvar a mi pueblo de los egipcios. Los voy a sacar de allá y los voy a llevar a una tierra buena y espaciosa que rebosa de leche y de miel… Así que tú irás allá porque te voy a enviar ante el faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, el pueblo de Israel.

Estoy consciente de su dolor

Por vivir en Egipto por tanto tiempo, Dios aclaró quién era: no era un nuevo dios, otro para añadir a una colección. No, era el mismo Dios, el único, el Dios de sus antepasados, Abraham, Isaac, y Jacob. Moisés no se alegró de inmediato al escuchar directamente de Dios. Moisés nos confiesa que tenía miedo de mirar a Dios, por lo tanto, se cubrió la cara, probablemente postrándose en la tierra. Ante la presencia de El Señor, todo su pecado le inundó; era un asesino, un pagano, un pastor de ovejas inmundas. El mensaje que tenía también le dio miedo: tú, Moisés, a tus 80 años, te voy a mandar devuelto a Egipto, donde estabas buscado por asesino, donde mi pueblo no te quiere ni te acepta. Moisés no quiso aceptar esta misión. Pero Moisés no dudó ni por un momento que estaba hablando con Dios. Por alguna razón, quizás por la influencia de su familia hebrea, o quizás si su suegro realmente era un sacerdote de El Señor, Moisés sabía sin duda que estaba en la presencia de Dios.

Dios dijo algo importante, algo que los hebreos probablemente habían olvidado. Durante todos los años de nacer y morir en esclavitud, Dios afirmó que los veía, los escuchaba y estaba consciente de su dolor. Además, ya llegó el momento indicado para actuar, mandado a este asesino convertido en un pastor humilde a rescatar a Su pueblo. Nos parece que Moisés fuera la persona indicada por varias razones: era el único hebreo que entendía la cultura y costumbres egipcios, era el único que tenía contactos y amigos egipcios, y como veremos más adelante, fue posible que era el único hebreo que conocía al faraón personalmente. Pero Moisés ignoró todo esto y la voluntad de Dios. Continuamos con la historia, leyendo cómo se atrevió a pelear con la voluntad de Dios.

¿Quién soy yo?

Éxodo 3:11-14: Pero Moisés le dijo a Dios:

—¿Quién soy yo para ir ante el faraón y sacar a los israelitas de Egipto?

Dios le respondió:

—Irás porque yo estaré contigo. Esta será la señal de que yo te he enviado: cuando liberes de Egipto a mi pueblo, ustedes vendrán a adorarme en este monte.

Luego Moisés le dijo a Dios:

—Cuando yo vaya y les diga a los israelitas: “El Dios de sus antepasados me envió a ustedes”, ellos me van a preguntar: “¿Cuál es el nombre de ese Dios?” y entonces, ¿qué les voy a responder?

Dios le dijo:

—YO SOY EL QUE SOY.  Dile esto al pueblo de Israel: “YO SOY me mandó a ustedes”.

YO SOY EL QUE SOY

Moisés le preguntó a Dios quién era para presentarse ante el faraón para sacar al pueblo de Dios de Egipto. Dios no le recordó de su conocimiento de la cultura egipcia, de su entrenamiento militar, ni los socios que tenía en el palacio real. No, le contestó que él era la persona indicada porque Él estaría con Moisés. Así, entendemos que Dios escogió a Moisés porque así decidió. Según el pensamiento humano, era la persona indicada, pero Dios lo vio de otra forma: iba a estar con él y eso era lo único que necesitaba. Como Jacob hizo cuando luchó con Dios, Moisés le preguntó su nombre. Adoramos a Dios, sin imagen y sin nombre, lo cual sería imposible para alguien que había rendido culto a los muchos dioses egipcios, todos con un nombre e imagen. Por vivir en Egipto por tantos años, Moisés nos indica con esta pregunta que habrá hebreos que quisieran saber su nombre; conocían los nombres de las divinidades egipcias, seguramente su Dios tenía un nombre.

Según la traducción de la biblia que uso, Palabra de Dios para Todos, esta expresión Yo soy el que soy puede significar Yo soy el que realmente existe por sí mismo. El nombre que Dios le dio es importante para nosotros también: necesitamos que Dios sea tantas cosas para nosotros, dependemos tanto de Su existencia, que para simplificar el concepto de quien es a una forma que podemos entenderlo un poquito, le dijo que YO SOY lo mandó. ¿Qué es lo que necesitas? YO SOY. Proveerá por todo, es todo, es totalmente independiente, no fue creado, siempre existía y siempre existirá.

Lo que acontecerá no será fácil

Los escolares bíblicos estiman que había alrededor de tres millones de hebreos en Egipto. Después de 400 años en Egipto, algunos creían en los dioses paganos, vivían como los egipcios y querían integrarse con ellos. Cultualmente, muchos eran más egipcios que hebreos y no querían mudarse a una tierra lejana que jamás habían visto, pero tampoco querían continuar en esclavitud. Dios continuó su explicación, sabiendo que convencer a Su pueblo que aceptara precisamente a Moisés sería una tarea difícil, igual que le costaría mucho a Dios quitarles el pagano influencia de los egipcios. Le instruyó decirles que el Dios de sus antepasados, Abraham, Isaac y Jacob es Él quien se los mandó. Dios quería que los ancianos líderes de los hebreos supieran que, a pesar de sus circunstancias, veía cómo han sufrido y el momento ya llegó para regresar a Canaán. Describe a Canaán como una tierra que rebosa de leche y de miel. Israel moderna, por cierto, es una tierra que todavía rebosa de leche y miel, con paisajes lindas y tierras fértiles. Brevemente, Dios mencionó diferentes tribus que ocupaban Canaán, pero la presencia de otros pueblos no era Su enfoque. Como es YO SOY, tiene un plan para todo, incluso derrotar a los pueblos enemigos, comenzando con Egipto.

Dios le dijo a Moisés exactamente lo que acontecerá después de convencer a los ancianos líderes. Continuamos con la historia, leyendo lo que les diría y cómo el faraón reaccionara.  

El rey de Egipto no los dejará ir sino por la fuerza

Éxodo 3:18-20: »Ellos te van a escuchar. Luego tú y los ancianos líderes de Israel, van a ir ante el rey de Egipto a decirle: “YAVÉ, el Dios de los hebreos, vino a visitarnos. Déjanos ir al desierto, en un viaje de tres días, para ofrecerle sacrificios a YAVÉ, nuestro Dios”. Yo sé que el rey de Egipto no los dejará ir sino por la fuerza, por eso voy a utilizar mi gran poder en contra de Egipto. Voy a hacer que ocurran cosas asombrosas en esa tierra y después de que lo haga, él los dejará ir.

¿Tres días o para siempre?

Desde el principio, el plan de Dios fue liberar a Su pueblo de Egipto. Entonces, ¿por qué le pediría al faraón tomar un viaje al desierto por tan solo tres días, y luego regresar a la esclavitud? En las siguientes devocionales, exploramos la respuesta, y por qué era necesario mandar tantas plagas de modo que el mismo faraón los expulsará de Egipto. Dios le contó a Moisés que al fin de las cosas asombrosas que hará en Egipto, los egipcios les darán regalos de joyas, de oro, y plata, y vestidos, llevando las riquezas de Egipto. Y los egipcios darán todo felizmente, cualquier cosa para librarse de las plagas que Dios les enviaría. A pesar de escuchar directamente de Dios, Moisés no estaba convencido que era la persona indicada. En la próxima devocional, veremos cómo Moisés procuró pelear con Dios.  

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