Moisés no quiso ser el liberador de los hebreos esclavos, y Dios le dio tres señales para comprobar que era Él quién lo mandó.

Vamos a estudiar el primer encuentro que Moisés tuvo con Dios y cómo Dios iba a tomar un pastor de ovejas y convertirlo en el liberador de Su pueblo

Jacob luchó con Dios y luego Él le cambió su nombre a Israel. En el silencio de la noche, apareció un hombre de la nada y luchó con Jacob hasta el amanecer.

Es fácil juzgar a Abraham: conocía muy bien a Dios, que jamás le pediría matar a su hijo, el hijo con quien iba a cumplir Sus promesas y descendencia. Tenemos que recordar que Abraham no sabía cómo iba a terminar esta historia, tan solo sabía que tenía que obedecer.

De inmediato, Abraham reconoció que fue El Señor quien lo visitó. No permitió que su estatus ni que las promesas que Dios le había hecho lo orgullecieran. Al reconocer que se trataba de Dios, no se desmayó, no se asustó, sino reaccionó como debiéramos: corrió a Él y se postró en reverencia.

Eva era la única mujer de no nacer en pecado, la primera esposa, la primera de caer en la tentación, y la primera mujer de pecar.

Adán era el primer hombre, creado en la creación y el primero en perder su inocencia, sabiendo la diferencia entre el bien y el mal. Antes de caer en la tentación y pecado, vivía en el jardín de Edén.