Dios le pidió a Abraham sacrificar a su hijo Isaac
Cuando la fe en Dios dirige nuestras vidas
Imagina por un momento que lo que más quieres en la vida sea ser una madre. Te casas y esperas comenzar una familia. Parece que todas tus amigas se embarazan tan pronto como se casen. Esperas más y tus amistades tienen sus segundos y terceros hijos. Después de años de intentar y esperar, entras en la menopausia y ya no hay esperanza. Cada logro de los niños de tus amigas te duele. Un día, milagrosamente pero muy anunciado por Dios, te embarazas. En tu vejez, das a luz a un niño saludable; los médicos no lo pueden creer. Amas tanto a este niño. Lo ves tomar su primer paso, lo escuchas con placer cuando su primera palabra es mamá. Tu hijo crece y un día cuando es un joven, Dios te dice que tienes que matarlo. ¿Seguramente escuchaste de Dios? ¿Te pediría semejante barbaridad? Pero, si, definitivamente escuchaste Dios mandarte a sacrificar a tu hijo. ¿Qué harías?
Esta devocional es parte de nuestra serie en Génesis. Si no has leído las otras devocionales en la serie, te invito a leer sobre la creación, Adán, Eva, sus hijos Caín y Abel, los hijos de Dios, Noé en el diluvio, la torre de Babel, Téraj, el padre pagano de Abraham, el misterioso sumo sacerdote Melquisedec, la visita del Señor a Abraham, Lot, el sobrino de Abraham que vivía en Sodoma, los secuestros de Sara, y Ismael, primogénito que no heredó la descendencia de Abraham.
Una prueba espiritual
Es un poco difícil para nosotros entender esta historia ahora que hay leyes muy claras contra matar; un padre que asesina a su hijo tendrá una larga sentencia en la cárcel. Vale la pena notar que en la época en que esto ocurrió, parte del culto a dioses falsos fue sacrificar sus hijos cuando fuera necesario para calmarlos. Es posible que Abraham asistiera a tal sacrificio humano cuando vivía en Ur de Babilonia. ¿Por qué Dios le pediría participar en una práctica pagana cuando lo sacó del paganismo? Pero, la devocional de hoy no se trata de cuestiones morales ni legales de un padre, sino una prueba espiritual.
Dios puso Abraham a prueba
Abraham tenía una ventaja que la gran mayoría de nosotros no tenemos: escuchó directamente de Dios. Vamos a examinar la prueba de fe de Abraham a sacrificar su hijo Isaac, este niño tan esperado. Un día, cuando Isaac era un adolescente, Abraham claramente escuchó la voz de Dios. Comenzamos la historia leyendo el mensaje de Dios para Abraham, un mensaje que ningún padre quiere escuchar.
Abraham, ¡sacrifica a tu hijo!
Génesis: 22:1-2: Después de todo esto Dios puso a prueba a Abraham. Le dijo:—¡Abraham!
Y él le dijo: —Aquí estoy.
Luego Dios dijo: —Toma a Isaac, tu amado hijo único, ve a la tierra de Moria y ofrécelo como un sacrificio que debe quemarse completamente, en la montaña que yo te indicaré.
Tu amado hijo único
Después de todo esto… antes que esto, a los 90 años Sara dio a luz a Isaac, Sara quería echar al primogénito Ismael y Dios estuvo de acuerdo con ella y se lo comunicó a Abraham, y luego Abraham hizo un pacto de paz con Abimelec, quien había devuelto a Sara sin tocarla. ¡Y esto es tan solo en el capítulo anterior! La vida de esta pareja estaba repleta de milagros, llena de clara evidencia de la presencia de Dios. Por fin, Abraham y su campamento estaban viviendo en paz en Canaán y veían el cumplimiento de la promesa de Dios con el nacimiento milagroso de su hijo Isaac. Pero en la paz, vino la tormenta. Es fácil juzgar a Abraham: conocía muy bien a Dios, lo fiel que siempre había sido y cómo valora la vida, que jamás le pediría matar a su hijo, el hijo con quien iba a cumplir Sus promesas y descendencia. Tenemos que recordar que Abraham no sabía cómo iba a terminar esta historia, tan solo sabía que tenía que obedecer, seguramente prefiriendo sacrificarse en vez de su amado Isaac. Dios llamó a Isaac “tu amado hijo único.” ¿Quién más sacrificó a su amado hijo único?
Obedeció de inmediato
Abraham obedeció de inmediato. A la mañana siguiente, se levantó temprano, llevó a Isaac y dos siervos y se fueron con un burro, leña, y suministros para el viaje. Normalmente escogerían a un cordero del rebaño para llevar para el sacrificio, y a lo mejor los siervos estuvieron confusos por eso. Tomó tres días para llegar a Moria, un viaje en que Abraham hablaba constantemente con Dios, su corazón en la boca, latiendo fuertemente, acostado en las noches al lado de su hijo, protegiéndolo, sudando, llorando silenciosamente, rezando pero sin escuchar palabra alguna. Totalmente angustiado, siguió el camino. Pudiera haber regresado al campamento, diciéndole a Dios que lo que pidió fuera demasiado difícil. No entendió lo que le pidiera. Como nosotros, no se dio cuenta de repente, “Pues ahora entiendo, es una prueba espiritual”. Dudaba de la bondad de Dios: ¿cómo podría darme un hijo en mi vejez, un hijo con quien iba a cumplir Su promesa, pero ahora lo voy a sacrificar? No tenía nada de sentido.
El libro de hebreos en el nuevo testamento nos da una mirada a la mente de Abraham y por qué no retrocedió, sino obedeció.
Dios tenía poder para resucitar a los muertos
Hebreos 11:19: Abraham creía que Dios tenía poder para resucitar a los muertos. Entonces se puede decir que prácticamente Abraham recuperó a su hijo Isaac de entre los muertos.
De entre los muertos
Cuando por fin llegaron a Moria, Abraham sentía como si se iba a desmayar, pero tenía que disimular su desesperación para no asustar a Isaac. Dejó a sus siervos y al burro para esperarlo mientras subía con Isaac. Les dijo que los dos irían y volverían. Esperó regresar con Isaac, ¿pero si no? ¿Qué les iba a decir sus siervos? Paso a paso Abraham y Isaac caminaban juntos, Isaac llevando la leña en los hombros, un sacrificio vivo, marchando hacia su muerte. Abraham llevó el cuchillo, casi le quemaba por apretarlo tanto. En el camino, Isaac se dio cuenta de que algo estaba mal, y le hizo una pregunta a su padre. Continuamos con la historia.
¿Dónde está el sacrificio?
Génesis 22:7-8: Isaac le preguntó: —Aquí tenemos la leña y el fuego pero, ¿dónde está el cordero que vamos a sacrificar?
Abraham respondió:—Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.
Dios proveerá
Llegaron al lugar que Dios le indicó, construyeron un altar, y pusieron la leña. Abraham siguió rezando, rogándole a Dios que no lo dejara matar a su hijo. En algún momento, se rindió, volvió hacia Isaac y le dijo que Dios le pidió sacrificarlo. Quizás corrió, pensando que podría escapar, pero no conoció el área y no hubo dónde ir. Sollozando, le suplicaba a su padre no matarlo. Lo miró a los ojos, los dos llorando y respirando fuerte. Isaac se rindió, su papá le ayudó a subirse al altar, y entre sollozos y calladas súplicas de parar, Abraham sacó el cuchillo, pero el ángel del Señor lo interrumpió. Continuamos con la historia.
¡Detente!
Génesis 22:12-13: Luego el ángel dijo: —¡Detente! No le hagas daño al muchacho. No le hagas nada, porque ahora sé que tú respetas y obedeces a Dios. No le negaste a tu único hijo.
Luego Abraham levantó la mirada y vio un cordero enredado por los cuernos en un arbusto. Así que fue, lo agarró y lo ofreció como sacrificio a cambio de su hijo.
Un cordero a cambio de su hijo
Aunque el texto no nos dice, imagino que antes de sacrificar el cordero, Abraham sacó a Isaac del altar, y abrazándolo fuerte, le pidió disculpas, diciéndole una y otra vez cuánto lo amaba. Le confesó toda la angustia que había sentido desde el momento que Dios le dijo hacer esto, y lo importante que es siempre obedecer a Dios, aun si no queremos, aun si parece imposible. Se sentaron abrazados un rato, llorando. Isaac le dijo lo asustado que estaba y Abraham le expresó que jamás le haría daño si no fuera mandamiento de Dios. Isaac le dijo que entendió, que no les guardó rencor a él ni a Dios.
Después de sacrificar el cordero, el ángel del Señor le habló a Abraham. Continuamos con el final de esta historia leyendo lo que el ángel le dijo a Abraham.
Porque no me negaste a tu hijo, tu único hijo, te daré mi bendición
Génesis 22:16-18: —El SEÑOR ha dicho: “Prometo por mí mismo que porque hiciste esto y no me negaste a tu hijo, tu único hijo, te daré mi bendición y multiplicaré tu descendencia. Tendrás tantos descendientes como estrellas hay en el cielo y arena a la orilla del mar. Ellos se apoderarán de las ciudades de sus enemigos. También prometo que todas las naciones del mundo serán bendecidas por tu descendencia, gracias a que tú me obedeciste”.