¿Qué tenían en común los primogénitos de Abraham, Isaac, y Jacob? Ninguno de los primogénitos de los patriarcas recibió la bendición de la primogenitura.

Abraham, Isaac, y Jacob eran los tres patriarcas de nuestra fe. En esta devocional, vamos a repasar algunos momentos claves en sus vidas.

Era el primogénito de Isaac y Rebeca, pero no recibió la bendición. Era un cazador, un pagano, y estableció el pueblo de Edom, un enemigo de Israel. Exploramos la vida de Esaú y por qué Dios no lo escogió para establecer el pueblo de Israel.

De los tres patriarcas de nuestra fe, hay menos historias sobre Isaac. ¿Quién era este niño tan esperado, nacido a padres ancianos? ¿Cómo era su fe? ¿Quién lo envidió y quien lo engañó?

Una huida, un viaje para casarse y un sueño que le cambiará la vida para siempre. Vamos a seguir estudiando la vida de Jacob, leyendo sobre su primer encuentro con Dios.

Isaac le dio a Jacob la bendición y la promesa de Dios. Tan solo había una bendición y esa siempre se reservaba para el primogénito, ¿o no? ¿Jacob le engañó a su padre, robando la bendición, o, junto con su madre, cumplieron la voluntad de Dios?

Isaac era el hijo tan esperado de Abraham y Sara. Creía en el Dios de su padre, y tenía la bendición de Dios dondequiera que se fuera. Por esta bendición, muchos hombres lo envidiaban, por lo rico que era, por su bella esposa Rebeca, y por su cercanía con Dios.

Vamos a continuar nuestro estudio en Génesis, examinando la vida de gemelos totalmente opuestos en todo sentido, Esaú y Jacob.

Estudiamos la vida de Rebeca, viendo como fue elegida para casarse con Isaac, su vida con Isaac, su embarazo, y su preferencia por su hijo Jacob.

Después de la muerte de Sara, Abraham quería que Isaac se casara, pero no con una mujer de Canaán, sino con uno de su tierra natal. Hoy vamos a estudiar la historia de cómo encontraron a Rebeca, la bella esposa de Isaac.

Abraham es el padre de nuestra fe en el único Dios, Creador del universo. Dios llamó a Abraham para salir de una vida pagana pero cómoda a vagar por una tierra extranjera, Canaán.

Es fácil juzgar a Abraham: conocía muy bien a Dios, que jamás le pediría matar a su hijo, el hijo con quien iba a cumplir Sus promesas y descendencia. Tenemos que recordar que Abraham no sabía cómo iba a terminar esta historia, tan solo sabía que tenía que obedecer.