Jacob recibió la bendición y promesa de Dios

Jacob, y no Esaú, recibió la bendición y promesa de Dios

Jacob, hijo de Isaac y Rebeca, no era el mayor, ni el más fuerte, ni el favorito de su padre; sin embargo, Isaac le dio a su hijo menor la bendición y la promesa de Dios. Tan solo había una bendición y esa siempre se reservaba para el primogénito, ¿o no? Pero Isaac recibió la bendición en vez de Ismael, Jacob recibió la bendición en vez de Esaú, y luego José recibió la bendición en vez de Rubén, hijos de Jacob. ¿Jacob le engañó a su padre, robando la bendición, o, junto con su madre, cumplieron la voluntad de Dios? A continuación, examinamos la evidencia.

Esta devocional es parte de nuestra serie en Génesis. Si no has leído las otras devocionales en la serie, te invito a leer sobre las siguientes temas:

El comienzo: la creación, Adán, Eva, sus hijos Caín y Abel, los hijos de Dios, Noé en el diluvio, y la torre de Babel

La familia de Abraham: Téraj, el padre pagano de Abraham, Abraham, el padre de nuestra fe,  el misterioso sumo sacerdote Melquisedec, la visita del Señor a Abraham, Lot, el sobrino de Abraham que vivía en Sodoma, los secuestros de Sara, Ismael, primogénito que no heredó la descendencia de Abraham, Agar, la madre de Ismael, Dios le pidió a Abraham sacrificar a su hijo

La familia de Isaac: la historia de amor de Isaac y Rebeca, los gemelos muy distintos, Esaú y Jacob, y Isaac, hijo de Abraham y Sara

Cuando Issac ya era un anciano y casi ciego, le pidió a su preferido, Esaú, el gran cazador (como su violento antepasado Nimrod), que fuera a cazar un animal, prepáraselo como a él le gustaba, y traérselo para así darle su bendición del primogénito. Fue el momento que Esaú había esperado, y se fue a cazar un venado con visiones de lo rico y poderoso que iba a ser después de ese día.  Pero Rebeca, la madre de Esaú, estaba escuchado a escondidas y no quiso que su hijo mayor recibiera la bendición. Habló con Jacob, contándole todo lo que había escuchado. Comenzamos la historia leyendo el plan de Rebeca.

El plan

Génesis 27:9-10:Ve al rebaño y consígueme dos cabras jóvenes y buenas para que así yo pueda prepararlas deliciosas, como le gustan a tu papá. Tú le llevarás la comida a tu papá, y él te dará su bendición antes de morir.

Le llevarás la comida, y él te dará su bendición

Notamos que fue Rebeca y no Jacob quien pensó en este plan e insistió en llevarlo a cabo. Parecía que Rebeca estaba esperando por este momento tanto y como Esaú, y ella estaba lista con un plan. Recordamos que Jacob y Esaú no se parecían para nada. Esaú era pelirrojo y todo peludo, y Jacob tenía el pelo castaño, con piel suave. Jacob se lo mencionó a su madre que no tenía el velludo de su hermano, y que al tocarlo, su padre sabría que procuró engañarlo y en vez de bendecirlo, lo maldeciría. No intentó disuadirla, porque recibir la bendición de primogenitura era lo que más quería. Era un tramposo que no quiso ser atrapado con las manos en la masa, pero su madre le persuadió seguir sus instrucciones. Jacob fue y mató unas cabras del rebaño, cuidadoso de no ser visto. Notamos que Jacob mató unas cabras; no se cazaba cabras, porque eran animales domésticos. ¿Isaac no notaría que estuviera comiendo una cabra y no un animal silvestre?

¿Rebeca tenia la culpa?

Rebeca preparó las cabras, a escondidas para que nadie sospechara de su hijo predilecto. Después de tantos años de casados, Rebeca sabía exactamente cómo prepararle el asado, cuántas especias añadir y cómo mezclar los condimentos al gusto de su marido. Preparaba todo rápidamente, demasiado rápido veremos a continuación. Fue a la carpa de su hijo Esaú y encontró su mejor ropa, que por su estilo de vivir afuera, hubiera sido muy poca. Le vistió a Jacob con esa ropa. Además, tomó las pieles de las cabras y se las puso en los brazos y cuello de su hijo amado. Es fácil echarle la culpa a Rebeca por engañar a su esposo, pero es posible que Rebeca estaba pensando en las palabras de Dios. Cuando estaba embarazada con sus hijos, le dolía mucho y le consultó a Dios por qué. Esto es lo que Dios le contestó: El SEÑOR le respondió: «Tienes a dos naciones dentro de tu vientre. Van a nacer de ti los líderes de dos familias y serán separados. Uno de tus hijos será más fuerte que el otro, el mayor servirá al menor». (Génesis 25:23, negrita mía). No sabemos si Rebeca le compartió esto con Isaac. Si se lo compartió, Isaac iba en contra de Dios procurando dar la bendición a Esaú y si no, Rebeca no debiera haber tratado de cumplir la voluntad de Dios ella misma.

¿Isaac tenía la culpa?

Isaac sabía que Esaú no seguía a Dios, que se casó con tres mujeres paganas, y para él la primogenitura le valía menos que un guisado y pan. Pero a pesar de eso, quería darle la bendición. Tenemos que preguntarnos porqué estaba tan determinado de dar la bendición a su favorito y no al hijo que le agradaba a Dios. De cualquier forma, la bendición y la herencia dada a Abraham nunca iba a cumplirse a través de Ismael y Esaú. Eran los primogénitos, pero Dios escogió a Isaac y luego a Jacob.

¿Jacob tenía la culpa?

Su madre le dio el asado y el pan a Jacob, y él se dirigió a la tienda de su padre. Jacob estaba ansioso. ¿esto iba a funcionar? Su padre era casi ciego, pero no tonto. Y si su padre lo descubriera, ¿tendría que huir? No sabía qué iba a pasar, pero valía la pena tomar el riesgo. A lo mejor pensaba que Esaú no era digno de la bendición. Respiró profundo y entró en la carpa de su padre, a lo mejor con Rebeca afuera, escuchando la conversación y guardando la entrada para que no fueran interrumpidos. Isaac no estaba convencido de que fuera Jacob. Le preguntó cuál de sus hijos era, y Jacob le contestó que era Esaú con lo que había cazado para que le diera su bendición. Isaac le hizo una pregunta muy lógica: ¿Cómo consiguió cazar, regresar, y cocinar tan rápidamente? Jacob, su mente siempre listo para inventar algo para salvarse, le contestó que Dios lo había ayudado. Seguramente a su padre le gustaría escuchar eso. Pero Isaac todavía no estaba convencido. Continuamos la historia, leyendo como Jacob consiguió engañar a Isaac.

Voz de Jacob, brazos de Esaú

Génesis 27:21-23: Luego Isaac le dijo a Jacob: —Hijo mío, acércate que te quiero tocar para saber si en verdad tú eres mi hijo Esaú.

Jacob se acercó a su papá, él lo tocó y dijo: —Tu voz parece la de Jacob, pero tus brazos se sienten como los de Esaú.

Isaac no lo reconoció porque los brazos estaban velludos como los de su hermano Esaú, entonces lo bendijo.

La disfraz lo engañó

Aun así, algo no le cuadraba para Isaac y le preguntó de nuevo si realmente era Esaú, y Jacob le respondió que sí, era su hijo predilecto. Vale la pena notar que era poco usual que Isaac estuviera solo en su tienda. Especialmente después de perder la vista, tendría por lo menos un sirviente con él todo el tiempo para ayudarlo navegar la carpa y ayudarle con transacciones relacionadas con sus negocios. Pero el texto nos dice que eran solamente los dos en la tienda. Isaac no sabía cuánto tiempo le quedaba y no quiso morir sin dar la bendición del primogénito. Comió un poco de la carne que su hijo trajo, y tenía el sabor perfecto que le encantó. Notamos que Isaac no pudo diferenciar entre la cabra que su mujer cocinó y un animal silvestre preparado por Esaú, que creía preferir. Pidió que Jacob se acercara y que le diera un beso. Engañando por el olor y velludo, Isaac no tuvo otra opción que confiar y darle la bendición a Jacob. Continuamos con la bendición que Isaac le dio a Jacob.

Jacob recibe la bendición

Génesis 27:27-29: Jacob se acercó y le dio un beso. Isaac le olió la ropa y lo bendijo. Isaac dijo: «Miren, el olor de mi hijo es como el olor de un campo que el SEÑOR ha bendecido. Que el Dios te dé mucho rocío del cielo, campos fértiles y abundancia de cosechas y vinos.  Que pueblos te sirvan, y naciones se inclinen ante ti. Que tú gobiernes sobre tus hermanos, y los hijos de tu mamá se arrodillen ante ti. Que quienes te maldigan, sean malditos, y quienes te bendigan, sean benditos».

«Que quienes te maldigan, sean malditos, y quienes te bendigan, sean benditos»

Esta bendición nos suena de la bendición que Dios le dio a Abraham; tenemos que reconocer que esta bendición no provino de Isaac, sino de Dios mismo. La bendición incluyó ser la cabeza de todo el campamento cuando Isaac muriera.

Justo después de recibir la bendición, Esaú volvió, entrando a la carpa de su papá, emocionado para que su padre probara su asado y que le diera su bendición. Pero Isaac, incrédulo, le preguntó quién era. Pensando que su padre realmente estaba perdiendo su juicio, contestó que era Esaú. Esto fue cuando Isaac se dio cuenta que su hijo menor era un estafador. Continuamos con la historia, leyendo la reacción de Isaac.

Ahora él será el que tendrá la bendición

Génesis 27:33-35: Entonces Isaac se puso furioso y dijo: —¿Cómo? ¿Quién fue el que cazó un animal y me lo trajo? Me lo comí todo y le di mi bendición antes de que tú vinieras. Ahora él será el que tendrá la bendición.

Cuando Esaú escuchó esto, lanzó un grito grande y amargo y le dijo a su papá:

—Papá, dame a mí también tu bendición.

Isaac dijo: —Tu hermano vino, me engañó y tomó tu bendición.

¿Esaú tenia la culpa?

Rebeca y Jacob seguramente sabían que Isaac y Esaú iban a enterarse de inmediato, y por eso apuraron en preparar el asado. Furioso, Esaú maldijo a su gemelo, exclamando que fue la segunda vez que Jacob lo engañó, sin tomar ninguna responsabilidad por vender su primogenitura a su hermanito por un guisado y pan. Esaú no usaba su inteligencia y vivía sometido a sus emociones y reacciones. Vemos que Esaú no entendió la bendición que su hermano acabó de recibir: era la bendición de Dios, irrevocable y no hubo nada que pudiera hacer para quitárselo. Pero quería la bendición de su padre, lo que fuera y le pidió darle una bendición. Isaac resistió, pero Esaú comenzó a llorar a gritos. Isaac le dio una bendición muy distinta a la que le dio a Jacob. Continuamos leyendo la bendición que parecía maldición que le dio a Esaú.

—¿No has guardado una bendición para mí?

Genesis 27:37, 39-40: Isaac le respondió a Esaú: —Le di a él control sobre ti, a todos sus hermanos como siervos y también abundancia de cosechas y vino. ¿Qué puedo darte a ti, hijo mío?

Entonces Isaac le dijo: «No vivirás en buenas tierras, y no recibirás mucha lluvia. Tendrás que pelear para vivir, y serás esclavo de tu hermano. Pero cuando estés listo,
te separarás de su control».

Serás esclavo de tu hermano

Esaú salió de la tienda de su padre sin creer lo que acabó de suceder. Estaba rabioso que Jacob le robó la bendición que le pertenecía por derecho y en vez de esta, recibió una maldición. Con cada respiro, su odio por Jacob creció. Isaac le dijo que sería esclavo de su hermano, y su odio lo esclavizó a Jacob, mientras el miedo de Jacob de lo que Esaú haría con él lo esclavizó a vivir en Jarán, trabajando como esclavo para su tío Labán. Pensaba que a su padre le quedaba muy poco antes de que se muriera. Después de que esto aconteciera, planeaba matar a Jacob. Aun matándolo, la bendición de Isaac a Jacob no pasaría a Esaú. Pero Rebeca se enteró del plan de su hijo mayor, y no iba a permitir que todos sus planes para darle la bendición a su hijo preferido se echara a perder. Rebeca concibió otro plan: que su hijo preferido iría a Jarán por unos días, donde ella había crecido, pensando que Esaú se calmara, y entonces podría regresar y disfrutar de la bendición. Jacob huyó ese mismo día a Jarán, y vivía con su tío Labán. Pero Esaú no se calmó. Por lo tanto, Jacob se quedó en Jarán más que 20 años, y jamás volvió a ver a sus padres.

 

Evelyn Bou

Empatizo con el caos que el dolor traiga. Sé lo que es tratar de utilizar los recursos disponibles para mejorar, al terminar sintiéndose frustrada y aún más sola. Aprendí tanto sobre el dolor que me convertí en una coach certificada en el duelo y las relaciones, y profesional del trauma, con la esperanza de ayudar y brindándoles apoyo emocional a otras mujeres cristianas.

http://apoyocristiana.com
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